Visitando Limoges

Tras meditar mucho dónde sería el mejor lugar para ir de vacaciones con un bebé de casi 5 meses, nos decantamos por la zona francesa del Valle del Loira y sus castillos. Barajábamos varios destinos como Londres o Noruega. Pero finalmente, llegamos a la conclusión que este año lo más importante era la comodidad y el Valle del Loira nos ofrecía un entorno natural, ciudades y castillos de diferentes épocas que visitar y todo en un radio de acción bastante cercano, ideal para poder continuar con las rutinas marcadas por un bebé. Por ello, en primer lugar, decidimos que en este viaje la mejor opción era un apartamento. Allí podríamos tener mayor libertad de movimientos y las herramientas necesarias para preparar las papillas y biberones en condiciones. En segundo lugar, miramos el mapa de Francia y elegimos Tours como lugar donde alojarnos por su situación estratégica en la región. Una ciudad con lugares de interés turístico y comercial donde poder pasear por las tardes y cerca de los castillos que visitaríamos. El tercer lugar, teníamos claro que viajaríamos hasta allí en coche, pero parando a descansar cada cierto tiempo y haciendo noche en el camino, en Limoges.

El día de partida, madrugamos. A las 7 de la mañana salíamos de Barcelona rumbo a Limoges. Queríamos tener tiempo suficiente para realizar paradas, comer por el camino y llegar de día. Paramos cada dos horas aproximadamente. Él necesitaba comer y descansar y las áreas de descanso francesas están muy preparadas para viajar en familia. Sus servicios están limpios y los merenderos están bien cuidados. Por otro lado, el tiempo acompañaba. Estaba nublado y el viaje, sin el calor sofocante del verano, se hizo más llevadero.

Limoges 

En Limoges pasamos la noche en el Hotel Interhotel Atrium, Tras 8 horas de viaje, llegamos a Limoges sobre las 16:00 de la tarde. Buscamos el hotel donde nos alojábamos esa noche, situado muy cerca del centro histórico de la ciudad. Junto a la estación de tren de los Benedictinos. Descargamos el equipaje en la habitación y salimos con nuestros chubasqueros, el plástico de protección para el cochecito, y buena ropa de abrigo a pasear por Limoges. El día continuaba nublado y, para ser 8 de agosto, hacía frío. Caminando por el Boulevard de la Cité llegamos en diez minutos al casco antiguo de la ciudad. 

Caminando por la Cité llegamos a la gran plaza de San Etienne frente a la cual se alzaba, majestuosa, la catedral que daba nombre a la plaza, la Catedral de Saint Etienne (de San Esteban, en castellano). Su construcción comenzó a finales del siglo XIII –en 1273 concretamente- y no terminó hasta finales del siglo XIX –en 1888- cuando la nave fue conectada con el campanario, de origen románico. Una vez fuera, rodeamos el santo edificio y entramos en los jardines de la Ciudad de las Artes y Oficios, y en el Jardín Botánico. Uno de los laterales de los jardines es un amplio mirador desde el que puede ver la muralla de la cité, bajo nuestros pies.
Salimos del jardín botánico y nos dirigimos por la avenida de la Catedral hacia el centro comercial de la ciudad. De camino, paseamos por la Village de la Boucherie, un pintoresco barrio en el que tropezamos con una pequeña iglesia, que casi nos pasa inadvertida. Es la capilla de Saint-Aurelien, construida entre los siglos XIV al XVII. En su interior se encuentran las reliquias del segundo obispo de Limoges, santo patrón de la cofradía de los carniceros. Posee bellas estatuas medievales y un magnífico retablo barroco. El edificio sigue siendo mantenido por los carniceros del barrio, que lo compraron como Bien Nacional cuando la Revolución, salvándolo de la destrucción. Frente a la pequeña capilla se alzaba en la pequeña plaza de St.Aurelien, una cruz y, descansando a sus pies, la escultura de una virgen. Siguiendo por la calle de la Boucherie bordeada de antiguas casas, desgastadas por el paso del tiempo, cuyos bajos están ocupados por antiguas tiendas de carniceros, pasamos por el Mercado, del siglo XIX y llegamos a la Plaza de la Motte, una gran plaza llena de terrazas y restaurantes. Junto a ella se alzaba la Iglesia de Sant Michel. Ya era tarde y decidimos volver hacia el hotel. Seguimos por la calle de Clocher, pasamos junto a la plaza de la República y la Iglesia de San Pierre y nos dirigimos al hotel a descansar. Seguro que nos quedaron muchos lugares interesantes que visitar pero ya no disponemos de más tiempo. En otra ocasión será.

Al día siguiente nos despertamos temprano, desayunamos y salimos de Limoges dirección Tours. Nuestra intención era llegar sobre el mediodía pero no contamos con que era sábado y el tráfico por la carretera secundaria que escogimos era denso durante el fin de semana. Con paciencia y buena música disfrutamos del paisaje.

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