El tercer día de crucero amaneció un día espléndido y con un mar en calma. No se veía una nube en el horizonte y lucía un sol de escándalo. Prometía ser una jornada calurosa de nuevo. Nos levantamos pronto, sobre las ocho de la mañana, y desde nuestro lado del barco no se divisaba nada al horizonte. Agua y más agua. Así que subimos a desayunar. En el salón comedor pudimos comprobar que desde el otro lado del barco, el opuesto a nuestro camarote, ya se podía ver a través de las cristaleras la silueta de la isla sueca de Gotland. Una isla con una frondosa vegetación y un perfil agreste, con acantilados rocosos, que parece a simple vista deshabitada. Navegamos hacia el norte, bordeando la costa oeste de la isla, dirección a su capital, Visby.
La isla de Gotland cuenta con una superficie de 3.140 km2, siendo su anchura máxima de 50 km y su longitud de 176km. Está poblada por 59.300 habitantes y dista 90 km del continente sueco y 130 de Letonia. Una isla en medio del mar Báltico prácticamente desconocida pero con 8000 años de historia.
Poco a poco el crucero fue acercándose al pequeño puerto de Visby, la capital de la isla. Tuvimos suerte y pudimos atracar en el mismo puerto. Según nos informó la directora del crucero, no siempre se podía acercar el barco a puerto, pues dependía del estado del mar. Si había oleaje, el barco se quedaba a una distancia del puerto y los pasajeros debíamos bajar a las pequeñas barcas salvavidas (“tenders”), que nos llevarían hacia la costa. Afortunadamente, el mar estaba calmado y no hubo problemas para desembarcar.
Desde la cubierta del barco contemplamos la llegada al puerto, desde el que se divisaba la ciudad al fondo, con las tres torres de su catedral recortando el horizonte, y sobre las diez de la mañana desembarcamos para iniciar la excursión. A simple vista, Visby quedaba a unos veinte minutos caminando del puerto, un corto paseo. Sin embargo, decidimos visitar la ciudad con la guía que el crucero nos proporcionaba y subimos a uno de los autocares que nos esperaban en el muelle. Desde allí nos dirigimos a la entrada de la ciudad, donde dejaríamos el autobús y continuaríamos el recorrido a pie por los lugares más bonitos y pintorescos de la villa.
Situada en la costa occidental de la isla, Visby es la capital de Gotland, y en 1995 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Durante miles de años, comerciantes, terratenientes, vikingos, reyes y nobles han visitado la villa medieval. Su participación en la Liga Hanseática enriqueció la ciudad, que se desarrolló durante los siglos X y XI, convirtiéndose en una de las principales ciudades del Báltico.
La excursión comenzaba en un bonito jardín, salpicado de patos sentados tranquilamente en el césped y con un lago en el centro. Se trata de Almedalen, en otros tiempos el muelle original de Visby. Un parque precioso desde el que vemos la parte exterior de la muralla y algunas casitas bajas con tejados rojos a dos aguas y colores pastel.
Según nos explicó la guía, la Muralla (Ringmuren) que rodea Visby mide 3,5 km de largo y 11 metros de alto. Se empezó a construir a finales del siglo XII como protección contra los invasores extranjeros y también para marcar la independencia de la ciudad respecto a la zona rural de Gotland. Construida en piedra caliza, cuenta con tres puertas principales y más de 36 torres. Muchas de las paredes de las casas que limitan con la muralla forman parte ésta, al no haber muro de separación entre la pared de la casa y el muro que rodea la ciudad. En la entrada de la villa se puede apreciar claramente como la fachada de una de las casas servía a su vez como parte de la muralla. En este punto también nos llamó la atención la forma de los bancos. Eran carneros de piedra muy originales. Algo normal si tenemos en cuenta que el escudo de la isla de Gotland lo protagoniza este animal.
Una vez dentro de la villa, seguimos la calle Strandgatan, y nos detuvimos en los edificios más emblemáticos e importantes de Visby, empezando por el Museo Fornsal, que alberga objetos de arte del medievo y de la época vikinga; la Antigua Botica (Det Gamla Apoteket), también de estilo medieval, y uno de los emblemas de la ciudad; y a Torre de Polvo (Kruttornet), el edificio más antiguo de la ciudadela. Actualmente se conservan cerca de 200 casas medievales y algunas de ellas todavía conservan sus fachadas góticas. En el recorrido también contemplamos construcciones de madera con entramado de los siglos XVII y XVIII.
Continuamos caminando, siguiendo la calle Strandgatan, hacia el Jardín Botánico. En los balcones de los edificios destacaban las flores, rosas sobre todo, colgando de las ventanas. Nos detuvimos junto a la calle Fiskargränd, la más famosa de todas por su gran cantidad de rosas. Y es que Visby es la ciudad de las flores pero también de las ruinas, ya que sólo en el interior de la villa amurallada se encuentran una docena de iglesias derruidas.
El Jardín Botánico, abierto en 1856, es un gran parque lleno de especies de flores y árboles del norte de Europa, la guía nos dejó media hora libre para deambular por sus caminos, relajarnos con los perfumes de las flores y disfrutar de la sombra de los árboles. En nuestra exploración llegamos a las ruinas de la pequeña iglesia románica de San Olof, del siglo XIII, de la que actualmente no queda prácticamente nada en pie, y curioseamos las paradas ambulantes del Mercado Medieval situado en su interior. Tuvimos mucha suerte porque la primera semana de agosto (concretamente la número 32 del año) se celebra en Visby la Semana Medieval (Medeltidsveckan), un festival que desde 1983 reúne a visitantes de todo el mundo. Durante esta semana, sus habitantes viajan atrás en el tiempo y vuelven a vestir de época. Las señoras con vestidos largos, de colores tostados, pañuelo en la cabeza y zapatillas de esparto en los pies. Los hombres con amplias túnicas y un cordón en la cintura, similar al atuendo de los antiguos clérigos. Incluso hay grupos Medievales en que sus miembros intentan vivir de la forma más real posible a como se vivía en esos tiempos. Y en sus calles se celebran todo tipo de actos: espectáculos, torneos a caballo con armadura incluida, arqueros de arco y flecha tirando al blanco, conciertos, desfiles de época y un mercado medieval en el centro del pueblo. Se levantan tiendas ambulantes donde se vende de todo, bisutería vikinga, ropa de época, comida del país, artesanía.... En definitiva, un ambiente festivo y muy animado que contagia al visitante.
Desde el Jardín Botánico nos acercamos un instante a otra de las puertas de la muralla bajo el cual es tradición besar a la pareja. Sin salir de la ciudad vieja, seguimos paseando por sus estrechas y empedradas calles hacia el centro de la villa. En la calle Drottensgatan, pasamos junto a varias iglesias en ruinas, sin techo y con las paredes destrozadas, San Drotten y San Lars, y por una pequeña calle transversal llegamos a la gran iglesia que habíamos visto desde el puerto: la Catedral de Santa María (Domkyrkan).
Construida hace más de 750 años, la Catedral de Visby se alzaba elegante y completa antes nuestros ojos. Es la única iglesia medieval que se ha conservado intacta y está abierta al culto. Su construcción comenzó a finales del siglo XII, con fondos recaudados en los barcos alemanes que hacían escala en Visby. En 1225 se inauguró la catedral en honor a la Virgen María, en 1572 se convirtió en la catedral del obispado y, a partir del año 2003 es la catedral para la Iglesia Sueca en el extranjero. Externamente es preciosa, toda blanca, y cuenta con tres impresionantes cúpulas en madera. Destaca su portada gótica con relieves. Entramos brevemente en su interior, donde permanecimos en silencio, y volvimos a salir a la gran plaza que la envuelve.
En una esquina de esta plaza suben unas escaleras (kyrktrappan) hacia la parte más alta de la ciudad. Subimos por ellas y llegamos a un mirador desde el que se contemplan unas preciosas vistas de Santa María, la villa medieval con sus tejados rojos, y el mar Báltico al fondo.
La guía nos contó que esta zona alta de la ciudad antiguamente era el barrio más pobre. A él enviaban a las mujeres viudas. Hoy en día, en cambio, es la zona más cara de Visby para vivir.
Bajamos de nuevo las escaleras y giramos hacia la izquierda por la calle Kyrkogatan, que va a dar a la Plaza Mayor (Stora Torget), con la iglesia de Santa Katarina junto a ella, también totalmente en ruinas y desvencijada. Construida en el siglo XIII por unos monjes franciscanos, Santa Katarina sólo conserva su planta alargada y sus arbotantes, que ya sólo sujetan el cielo. En el centro de la plaza hay montado un pequeño mercadillo con artesanía local y en sus alrededores encontramos comercios, cafés y restaurantes donde tomar un refrigerio. En esta plaza la guía terminó la visita. Quienes quisieran podían volver con ella al barco. Los que no, podían quedarse visitando el resto de la ciudad y regresar más tarde paseando. Siempre atentos al reloj, pues a las cinco debíamos estar todos a bordo porque el barco zarpaba.
Elegimos la segunda opción y deambulamos por las callejuelas de la ciudad vieja, en las que encontramos todo tipo de tiendas de artesanía (cuero, pieles, lana, joyas...) y de decoración de interior. No necesitamos cambiar euros a coronas, la moneda sueca, porque tanto en el mercadillo como en los comercios aceptaban euros y tarjetas de crédito. Bajamos de nuevo hacia el puerto (no tiene pérdida, la cuestión es ir bajando), siguiendo la calle Hästgatan, dando un agradable paseo bajo el sol del mediodía. Llegamos de nuevo a Almedalen y continuamos bordeando el litoral hacia el barco. En el camino descubrimos una pequeña cala, imagino que de arena artificial, y gente tomando un poco el sol y dándose un chapuzón. Y es que, encontrar estas temperaturas por el norte de Europa es inusual así que cuando sale un día tan espléndido se ha de aprovechar.
Nosotros no pudimos pero, si se dispone de tiempo, en las afueras de la ciudad, a 3 km de Visby, se encuentra el Parque de Pipi Calzaslargas, la famosa niña de las trenzas pelirrojas que vivía sola con su mono y su caballo. Es parque acuático y museo sobre el personaje infantil. Hay autobuses del propio parque que realizan la ruta Puerto de Visby-Parque-Centro de Visby. Otra interesante excursión es visitar las Cuevas de Lummelunda, llenas de estalactitas. La verdad es que en un fin de semana largo creo que se dispone de tiempo suficiente para ver en profundidad Gotland.
A las cinco de la tarde abandonamos Visby y la isla de Gotland para dirigirnos a nuestra siguiente escala, Estocolmo. Esa noche el crucero proponía vestimenta tropical para la cena, así que nos vestimos acordes: las señoras con blusas, faldas y vestidos de flores y los caballeros pantalones claros y camisas estampadas. Aunque no todo el mundo participó de la noche temática y vistió elegante pero informal. Disfrutamos el espectáculo temático posterior a la cena y nos acostamos, cansadísimos.
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