Normalmente todos los viajes los hacemos en coche, o combinando avión y coche de alquiler. El viaje a Praga fue un poco diferente respecto al resto. En primer lugar, por la época del año en que lo hicimos, Semana Santa. Los anteriores siempre habían sido en las vacaciones de verano. En segundo, por el medio de transporte, el avión únicamente.
Al bajar del avión en el aeropuerto de Praga y pasar los controles en el aeropuerto, recogimos las maletas de la cinta transportadora y buscamos un taxi. Nos habían dicho que tuviéramos cuidado con los taxistas en Chequia, pues timaban fácilmente. Cogimos uno de la compañía triple A, que parece ser que tienen fama de serios allí, y le dimos la dirección del hotel donde nos alojaríamos los tres días.
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