Pueblos de Beynac-et-Cazenac y La Roque Gageac

Hoy hemos empezado la jornada a las siete de la mañana. Nos hemos levantado con la intención de visitar los pueblos del Valle del Dordoña. Desayunamos y salimos hacia la villa medieval de Beynac-et-Cazenac. El pueblo es pequeño pero encantador. Desde su pequeño muelle salen gabarras (Gabarres de Beynac) para navegar por el Dordoña. Al ser temprano, aparcamos sin problema y buscamos el camino que sube hacia su castillo. Conseguimos subir parte de él pero enseguida encontramos un tramo de escaleras que impide que subamos el carrito. Así que mi marido se queda con las niñas y subo con Aitor.  



En el Perigord hay muchos castillos, se calcula que más de 1.001. Entre ellos la fortaleza medieval de Beynac-et-Cazenac, del siglo XIII. Situado en lo alto de un acantilado calcáreo, el castillo domina el valle del Dordoña y desde sus terrazas se tienen unas vistas panorámicas espectaculares del valle y del castillo de Castelnaud, su rival durante la Guerra de los Cien Años (1345-1453), en la orilla izquierda del río.

Aitor está encantado con la excursión. Está en esa etapa en la que cualquier palo se convierte para él en una espada y empieza a jugar a luchar así que está deseando ver una de verdad. Corre por el patio del castillo y entramos en una gran sala en penumbra dominada por una gran mesa de madera en el centro. Seguimos visitando el resto de estancias, algunas de ellas decoradas hasta el mínimo detalle. Estas estancias están cerradas con una verja pero asomando la nariz podemos hacernos una idea de cómo era el despacho del barón de Beynac del siglo XIII. Recorremos el recinto en una media hora y regresamos.



Tras la visita volvemos al coche para llegar a la siguiente parada: La Roque Gageac, a los pies de un acantilado. Tanto Beynac como la Roque Gageac están incluidos en la categoría de pueblos más bellos de Francia y situados en la orilla derecha del Dordoña, río convertido en todo un centro de ocio acuático. Decenas de canoas y kayaks lo navegan, varias compañías ofrecen paseos en gabarra, y al otro margen del río vemos pequeñas calas de piedra ideales para darse un baño y  disfrutar de las vistas de La Roque. Viendo tanta animación, intentamos dar un paseo en gabarra pero las plazas están agotadas hasta las 13:30, dos horas de espera. Así que intentamos alquilar una canoa para que Aitor y papá navegaran pero todavía es muy pequeño y no le dejan subir. Visto el panorama y que visitar la Roque con carrito es imposible (porque el pueblo está enfilado en la montaña y no podemos subir escaleras), decidimos regresar a Sarlat a comer.  


Por la tarde, tras la siesta infantil, nos acercamos al pueblecito de Le Bugue, a unos 30 km al oeste de Sarlat, para visitar el Aquarium du Périgord Noir que alberga peces de agua dulce, peces exóticos y un apartado dedicado a los reptiles. Junto al Aquarium el complemento ideal para redondear la tarde, una partida al Minigolf.    A lo tonto a lo tonto, ya son las ocho de la tarde. La excursión merece la pena.




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