Amanece un nuevo día lluvioso. Hoy iremos de excursión a
Baviera. Nuestro objetivo del día es visitar Fussen y el Castillo de
Neuschwanstein o Castillo del Rey Loco. El trayecto se hace pesado porque transcurre por carreteras
secundarias, excepto el tramo final a Fussen que se convierte en autopista.
Tras dos horas de coche llegamos a Fussen lloviendo. Dejamos
el coche en uno de los aparcamientos que hay junto a las taquillas del
castillo. No es gratuito (cobran 5 euros). Son las nueve de la mañana y apenas hay turistas aún. Nos
entretenemos haciendo fotos al Castillo
de Hohenschwangau desde el exterior y al lago que hay junto a éste, el Alpsee.
No disponemos de tiempo para visitar ambos castillos. De hecho, no entraremos a ninguno, pero sí subimos caminando hasta la entrada de Neuschwanstein. No hemos
comprado la entrada. Vamos con un carrito doble y somos conscientes que con dos
niñas de 21 meses sería difícil una visita subiendo y bajando las escaleras del
castillo así que nos conformamos con llegar a la entrada y hacer bonitas fotos. La ascensión también se puede hacer en minibus o subidos en carruaje de caballos.
El Castillo de Neuschwanstein
se abrió al público en 1886 tras la muerte del rey Luis II de Baviera
(conocido como “el rey loco”), que lo había construido como su lugar de
refugio. Durante su construcción se utilizaron los medios más modernos tanto
técnicos como de los materiales. Sus cimientos se hicieron con cemento, e
interiormente el castillo estaba equipado con las últimas tecnologías de la
época como tener calefacción y agua caliente en el edificio de vivienda real,
desagüe automático en los inodoros o instalación eléctrica de comunicación
interna. Actualmente es propiedad del Estado de Baviera y recibe 1,4 millones
de visitantes al año. Neuschwanstein fue elegido por Disney como modelo para el castillo de “La
bella durmiente” (1959), convirtiéndose desde entonces en uno de los
principales símbolos de la compañía.
Un sendero se esconde en el bosque junto al castillo
indicando que por él se llega al Puente de Marienbruck. Me hubiera gustado
seguirlo y contemplar las vistas del castillo desde él.
Las vistas del entorno son preciosas desde sus
miradores. Lástima del nublado y lluvioso día. Comenzamos el descenso. Ahora ya
empieza a subir más gente y las colas en las taquillas son larguísimas. Nos
acercamos a comer algo en un snack-restaurante junto al aparcamiento para
visitar luego Füssen. Esa era al menos la intención. Durante el inicio del
paseo por el pueblo empezó a diluviar y, al no encontrar refugio en ninguna
cafetería al estar todas llenas, regresamos al coche.
La siguiente parada del día nos hacía mucha ilusión. Era
una atracción que no habíamos probado nunca. El rodelbahn (trineo de verano)
más largo de la región de Allgäu, en el pueblo de Nesselwang. Me encantaría poder decir que
el descenso del Alpspitz durante un kilómetro por un tobogán gigante fue una
experiencia fantástica, pero no puedo. Estaba cerrado por la lluvia. Una gran
decepción. No sé quien tenía más ganas de subir si mi hijo o yo, porque desde
que lo descubrí por Internet que quería montarme en él. La próxima vez que viajemos
por Baviera hemos de volver. Es una diversión para todos los públicos. Los
niños pequeños pueden bajar el tobogán acompañados por un adulto y en la parte
baja de la montaña hay un parque infantil y un merendero donde hacer picnic.
Alemania tiene muchos lugares mágicos, no hay más que ver los lugares turísticos de Füssen para darse cuenta. Encima, hasta los hoteles que hay en Füssen son hermosos. Realmente tengo envidia sana de vuestro viaje a Alemania, pero os agradezco que compartáis esos hermosos lugares. ¡Gracias!
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