Las grutas heladas de Werfen


Ir de viaje al Tirol y no hacer una parada en Werfen es haberse perdido una de las maravillas naturales del mundo. En esta población austríaca, situada al sur de Salzburgo, encontramos las cuevas Eisriesenwelt. Situadas en una elevación de 1.640 m, son las cuevas de hielo accesibles más grandes del mundo: 40 km de pasajes explorados y 30.000 m³ de hielo.

Para esta excursión de montaña es imprescindible llevar ropa de abrigo, calzado adecuado, pues la temperatura en el interior de las grutas es muy baja y el suelo muy resbaladizo, y estar en buena forma física, ya que la subida hasta la cueva y el recorrido por su interior está lleno de continuas subidas y bajadas. Las cuevas sólo están abiertas al público entre mayo y principios de octubre.

Situado aproximadamente a 6 kilómetros al nordeste de Werfen, al sur de Salzburgo, el Eisriesenwelt constituye el mayor sistema de cuevas del mundo. Una de las mayores cuevas de hielo abiertas al público del mundo. De hecho, son conocidas como el “Mundo Gigante de Hielo”. Contiene espectaculares formaciones de hielo y magníficas galerías. Hasta el momento se han explorado 42 km, pero únicamente está abierta al público una pequeña parte (1km).

Hacia finales del siglo XIX estas cuevas eran conocidas sólo por cazadores y pescadores de la zona. En 1879 Anton Posselt, un científico de Salzburgo, descubrió “oficialmente” las cuevas y a partir de 1920 su popularidad y el turismo fueron creciendo. Son famosas por la mágica decoración helada que reviste las cavidades próximas a la entrada, a lo largo de 1 km. En invierno, la ventilación natural acumula en el interior de las grutas grandes masas de aire frío, a una temperatura inferior a los 0 grados. Al llegar la primavera, la nieve del exterior se funde y el agua que penetra por las grietas de las rocas se congela casi instantáneamente al entrar en contacto con el aire helado, dando lugar a una inimaginable variedad de figuras de hielo. 

Cómo llegar a Eisriesenwelt

Para acceder a ella hay que dirigirse por tren o carretera a Werfen y una vez aquí, existen dos maneras de subir: subir en automóvil por la empinada carretera de montaña y dejar el coche en el parking de las cuevas o bien aparcar en el aparcamiento que hay al pie de la montaña y subir en autobús hasta el aparcamiento superior. Son 5 km de carretera con una pendiente de hasta el 21%.



Una vez arriba, empezamos a subir caminando una senda durante unos 20-30 minutos (dependiendo de nuestra forma física) por la cara oeste del monte Hochkögel hasta llegar a la taquilla propiamente dicha, donde nos espera un teleférico, situado a una altitud de 1084 m, que nos subirá hasta el merendero “Dr. Oedl-Haus”, situado a 1586 m. Un funicular al cual hemos de subir reuniendo todo nuestro valor, pues la pendiente es muy pronunciada y las vistas son vertiginosas. Nos sentimos colgados en el vacío. 

Ya fuera del funicular respiramos tranquilos por estar en tierra firme (es un decir, todavía nos queda regresar), nos espera la siguiente etapa de paseo: una subida de 20 minutos más hasta la entrada de la cueva por un camino que nos ofrece vistas del valle Hagengebirge. Eso sí, les garantizo que el esfuerzo físico será recompensado con creces. La cueva nos depara un espectáculo helado inolvidable.


Las cuevas heladas

La entrada está situada a 1641 m. de altitud y en ella nos esperan los guías que nos conducirán durante 2 horas por el interior de la cueva y sus formaciones de hielo y estalactitas. Nos dividen en grupos de 20-30 personas y la explicación se realiza en inglés o alemán. La entrada y recorrido por la cueva se realiza en fila de uno y a los visitantes se les facilita una lámpara de carburo que será la única iluminación que nos permitirá ver las formaciones de hielo que alberga en su interior.


La cueva es muy fría y permanece en la más absoluta oscuridad para que la iluminación artificial no aumente la temperatura interior (normalmente unos 0ºC) y derrita el hielo. 


El tour consta de dos etapas: una de continua subida y otra de bajada. Nada más entrar en la gruta nos encontramos con una lengua de hielo impresionante y altísima. En sus laterales hay instaladas unas escaleras de madera con barandilla, que nos ayudaran a no resbalar. La subida consta de 1.400 peldaños. Desde abajo no se puede apreciar su altitud debido a la oscuridad pero conforme subimos percibimos la magnitud del glaciar (700 m de desnivel). Durante la excursión el guía va parando al grupo para poder observar más detenidamente las estalactitas, las cascadas heladas y las gigantescas cavernas, iluminando los impresionantes monumentos de hielo con bengalas. Y es que, las formaciones de hielo llegan a alcanzar un espesor de hasta 20 metros.

Al final del largo tramo de escalones nos encontramos con la sala de Posselt (Posselt-Halle) que tiene unas dimensiones de 30 m de anchura y está dedicada al primer explorador que penetró en las cuevas en 1879. Más adelante nos encontramos con formaciones como el “Castillo de Hymir” o la cueva catedral Alexander von Mörk (de 40 m de altura por 70 m de longitud), que debe su nombre al primer explorador de las cuevas, fundador de la espeleología en Salzburgo y fallecido durante la I Guerra Mundial. De hecho, sus cenizas fueron depositadas aquí por voluntad propia.




La última sala del recorrido, antes de regresar hacia la entrada, es el Palacio de Hielo, a 1 km de la entrada. En esta zona encontramos una pista de hielo natural donde los guías animan a los visitantes a patinar. La verdad es que te sientes un privilegiado por poder presenciar esta belleza natural hecha por el agua y el viento a lo largo de los siglos. Una vez dentro se comprende que el nombre que reciben las cuevas, Eisriesenwelt, signifique Mundo Gigante de Hielo.



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