De nuevo Aitor nos despertó pronto y salimos sobre las 8 de la mañana de Tours. Esta vez dirección sur-oeste hacia nuestro primer castillo del día en la pequeña villa de Langeais.
El Castillo de Langeais, que se alza en el centro de esta pequeña localidad, fue originariamente una fortaleza medieval edificada a finales del siglo X sobre un promontorio rocoso. Reconstruido entre 1465 y 1490 para el rey Luis XI por su tesorero, Jean Bourré. No entramos al castillo porque todavía estaba cerrado al público así que nos tuvimos que contentar con ver sus murallas desde el exterior ya que, dentro de nuestro orden de prioridades del día, teníamos otros castillos que, por sus proporciones, pensamos que valía más la pena visitar.
La siguiente parada fue en el Castillo de Azay-le-Rideau. Un hermoso castillo renacentista rodeado por un lago y un espeso bosque que le dan el aspecto de los cuentos de hadas que nos contaban de pequeños. Gilles Berthelot, tesorero de Francisco I y alcalde de Tours compró Azay le Rideau en 1510. Con la ayuda de su esposa comenzó de inmediato la transformación de las ruinas medievales en un palacio renacentista adecuado a su posición social. Sin embargo, en 1527 Francisco I lo confiscó. Durante los siglos posteriores cambió varios veces de propietarios hasta que a principios del siglo XX el gobierno francés lo adquirió y restauró.
El elemento arquitectónico más significativo del castillo es su escalera central, formada por tres tramos rectos con descansillos, en lugar de la escalera de caracol característica de la época. Su interior, totalmente restaurado, está amueblado sólo en parte y el turista no puede grabar ni hacer fotografías.
Continuamos nuestra ruta hacia Chinon, a pocos kilómetros de Azau du Rideau. Chinon es una localidad comprendida todavía en el departamento de Indre y Loira. Se la suele denominar “pequeña villa de gran renombre”. La población es conocida por su fortaleza y por su vino. Su casco antiguo está situado en la parte baja de una colina y el Chateau de Chinon destaca en un acantilado sobre el río Vienne, y actualmente está siendo restaurado por completo. Construido por Enrique II, conde de Anjou en 1154, consta de tres castillos –Fort St-Georges, Chateu du Milieu y Fort du Coudray-. En el Logis Royaux lo único que queda en pie del Gran Salón es el muro oeste. En este Gran Salón Juana de Arco reconoció al Delfín entre sus cortesanos.
Tras comer en una de las múltiples terrazas de Chinon y comprar un buen vino de la región, salimos del pueblo, subimos al coche y nos dirigimos a visitar el último castillo del día, el Castillo de Villandry, conocido por los enormes jardines que rodean la fortaleza. Esto supone deshacer el camino recorrido, pues Villandry está muy cerca de Langeais.
Entramos en el recinto del castillo para poder pasear por sus alrededores y disfrutar del espléndido día soleado. Decidimos no comprar la entrada al edificio porque sabíamos que no podríamos verlo completo.
El Castillo de Villandry, del Renacimiento tardío (1536), es más famoso por sus magníficos jardines, restaurados desde que la familia española Carvallo lo compró en 1906. A partir de planos del siglo XVI, expertos jardineros han combinado flores y plantas siguiendo diseños geométricos, de manera que el resultado final se presenta en tres niveles: un jardín acuático en el superior, flanqueado por tilos centenarios; un jardín de flores junto al castillo y, en el nivel inferior, el huerto ornamental más grande del mundo.
El huerto es enorme y está cuidado con muchísimo esmero. Paseamos junto a flores, coles, coliflores, nos acercamos al pequeño laberinto escondido entre árboles recortados y caminamos bordeando el gran estanque en forma de marco de espejo que hay en el nivel acuático superior, para terminar en una pequeña cascada que lleva nos conduce de nuevo al Castillo y a la salida.
Es tarde. El día ha sido provechoso y agradecemos que Tours esté sólo a 30 km, media hora en coche.
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