El tercer día visitamos la ciudad de Blois, al este de Tours. Poderosa fortaleza feudal en el siglo XII, Blois alcanzó la gloria con Luis XII, que estableció aquí su corte en 1498. Una enorme y encantadora ciudad de tejados de pizarra bañada por el Loire.
Los monumentos más destacados para visitar en la ciudad son su Castillo, hogar de los reyes Luis XII, Francisco I y Enrique III; la Iglesia de San Nicolás, famosa por sus tres agujas; la, iglesia de San Vicente su casco antiguo peatonal y la Catedral de Saint-Louis, situada en lo alto de la colina.
El día estaba nublado y hacía frío. Suerte que llevábamos el chubasquero porque lo utilizamos un par de veces durante el paseo por la ciudad.
Tras volver al coche y tomar la autopista, continuamos nuestro itinerario hacia el castillo más famoso de la región por su majestuosidad y dimensiones. Se trata del Castillo de Chambord.
De estilo renacentista, Chambord fue construido en el siglo XVI (1519-1544) para servir como pabellón de caza para el rey Francisco I, quien mantuvo sus residencias reales en el Castillo de Blois y en el Castillo de Amboise. Durante más de ochenta años después de la muerte de Rey Francisco I, los reyes franceses siguientes no le dieron atención al Castillo dejando que se deteriorará con el paso del tiempo. Finalmente, en 1639, el rey Luis XIII lo dio a su hermano Gastón d’Orléans, quien restauró el castillo, evitando que cayera en la ruina. Desde 1930 es propiedad del Estado Francés y recibe al año miles de visitantes que gozan en sus jardines de un día de picnic, acuden con sus bicicletas para dar un paseo por sus alrededores, alquilan una barca para navegar en su estanque, y muestran interés por visitar su lujoso interior e imaginarse como vivía la nobleza en el pasado. En el castillo se destacan ocho torres inmensas, 440 habitaciones, 365 chimeneas, y 84 escaleras.
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