Cueva helada de Eisriesenwelt y la ciudad Salzburgo

Tras cargar el coche, salimos de nuestro alojamiento en Fieberbrunn y del estado del Tirol sobre las nueve y media de la mañana con destino a nuestro siguiente alojamiento en Werfen, a unos 70 kilómetros de distancia y ya en el estado de Salzburgo. En una hora llegamos a nuestro destino pero no podíamos entrar hasta las cuatro de la tarde. Así que aprovechamos para hacer la excursión más espectacular del viaje.

 

Subida a la cueva helada de Eisriesenwelt

Con el coche cargado de maletas subimos hasta Eisriesenwelt para entrar a su cueva helada. Aparcamos sin problemas muy cerca del edificio de acceso al inicio de la ruta. He de comentar que mi marido ya la habíamos visitado años atrás cuando aún no teníamos niños y nos encantó y en este viaje no queríamos perder la oportunidad de que ellos también la visitaran. 

Pasar por Werfen y no hacer una parada en Eisriesenwelt es haberse perdido una de las maravillas naturales del mundo. En esta población austríaca, situada al sur de Salzburgo, encontramos las cuevas Eisriesenwelt. Situadas en una elevación de 1.640 m, son las cuevas de hielo accesibles más grandes del mundo: 40 km de pasajes explorados y 30.000 m³ de hielo.

Para esta excursión de montaña es imprescindible llevar ropa de abrigo, calzado adecuado, pues la temperatura en el interior de las grutas es muy baja y el suelo muy resbaladizo, y estar en buena forma física, ya que la subida hasta la cueva y el recorrido por su interior está lleno de continuas subidas y bajadas. Las cuevas sólo están abiertas al público entre mayo y principios de octubre.

Situado aproximadamente a seis kilómetros al nordeste de Werfen, al sur de Salzburgo, el Eisriesenwelt constituye el mayor sistema de cuevas del mundo. Una de las mayores cuevas de hielo abiertas al público del mundo. De hecho, son conocidas como el “Mundo Gigante de Hielo”. Contiene espectaculares formaciones de hielo y magníficas galerías. Hasta el momento se han explorado 42 km, pero únicamente está abierta al público una pequeña parte (1km).

Hacia finales del siglo XIX estas cuevas eran conocidas sólo por cazadores y pescadores de la zona. En 1879 Anton Posselt, un científico de Salzburgo, descubrió “oficialmente” las cuevas y a partir de 1920 su popularidad y el turismo fueron creciendo. Son famosas por la mágica decoración helada que reviste las cavidades próximas a la entrada, a lo largo de 1 km. En invierno, la ventilación natural acumula en el interior de las grutas grandes masas de aire frío, a una temperatura inferior a los 0 grados. Al llegar la primavera, la nieve del exterior se funde y el agua que penetra por las grietas de las rocas se congela casi instantáneamente al entrar en contacto con el aire helado, dando lugar a una inimaginable variedad de figuras de hielo. 


Cómo llegar a Eisriesenwelt


Para acceder a ella hay que dirigirse por tren o carretera a Werfen y una vez aquí, existen dos maneras de subir: en automóvil por la empinada carretera de montaña y aparcar en el parking junto a la taquilla o bien aparcar en el aparcamiento que hay al pie de la montaña y subir en autobús hasta la taquilla. Son cinco kilómetros de carretera con una pendiente de hasta el 21%.

Cueva helada Eisriesenwelt en Salzburgo


Nosotros llegamos en coche hasta la taquilla y aparcamos sin problema en un lateral de la carretera. Una vez atravemos la entrada, empezamos a subir caminando una senda durante unos 20-30 minutos (dependiendo de nuestra forma física) por la cara oeste del monte Hochkögel hasta llegar a un teleférico, situado a una altitud de 1084 m, que nos subirá hasta el merendero “Dr. Oedl-Haus”, situado a 1586 m. Un funicular al cual hemos de subir reuniendo todo nuestro valor, pues la pendiente es muy pronunciada y las vistas son vertiginosas. Nos sentimos colgados en el vacío. 

Ya fuera del funicular respiramos tranquilos por estar en tierra firme (es un decir, todavía nos queda regresar), nos espera la siguiente etapa de paseo: una subida de veinte minutos más hasta la entrada de la cueva por un camino que nos ofrece vistas del valle Hagengebirge. Pero antes hacemos una parada para comer en el restaurante que se encuentra a la salida del teleférico. Ya son las doce del mediodía y tenemos hambre. Tenemos suerte y podemos escoger entre varias mesas de madera libres. Nos sentamos y pedimos schnitzel con patatas (las raciones son generosas). Ya con energías renovadas iniciamos el tramo final hasta la entrada de la cueva, que nos depara un espectáculo helado inolvidable.


Las cuevas heladas


La entrada está situada a 1641 m. de altitud y en ella nos esperan los guías que nos conducirán durante dos horas por el interior de la cueva y sus formaciones de hielo y estalactitas. Nos dividen en grupos de 20-30 personas y la explicación se realiza en inglés o alemán. La entrada y recorrido por la cueva se realiza en fila de uno y a los visitantes se les facilita una lámpara de carburo que será la única iluminación que nos permitirá ver las formaciones de hielo que alberga en su interior.

He de mencionar que cuando aparcamos el coche nos cargamos la mochila a la espalda con ropa de abrigo y chubasqueros. Subimos con pantalones largos y una vez en la entrada comenzamos a abrigarnos bien. La temperatura dentro de la cueva es de 0ºC durante todo el año y en el exterior estamos a unos 25ºC así que la bajada de temperatura es notable. Guantes, sudadera, chubasquero y nos adentramos en el hielo.


Cueva helada Eisriesenwelt en Salzburgo



El tour consta de dos etapas: una de continua subida y otra de bajada. Nada más entrar en la gruta nos encontramos con una lengua de hielo impresionante y altísima. En sus laterales hay instaladas unas escaleras de madera con barandilla, que nos ayudaran a no resbalar. La subida consta de 1.400 peldaños. Desde abajo no se puede apreciar su altitud debido a la oscuridad pero conforme subimos percibimos la magnitud del glaciar (700 m de desnivel). Durante la excursión el guía va parando al grupo para poder observar más detenidamente las estalactitas, las cascadas heladas y las gigantescas cavernas, iluminando los impresionantes monumentos de hielo con bengalas. Y es que, las formaciones de hielo llegan a alcanzar un espesor de hasta 20 metros.

Al final del largo tramo de escalones nos encontramos con la sala de Posselt (Posselt-Halle) que tiene unas dimensiones de 30 m de anchura y está dedicada al primer explorador que penetró en las cuevas en 1879. Más adelante nos encontramos con formaciones como el “Castillo de Hymir” o la cueva catedral Alexander von Mörk (de 40 m de altura por 70 m de longitud), que debe su nombre al primer explorador de las cuevas, fundador de la espeleología en Salzburgo y fallecido durante la I Guerra Mundial. De hecho, sus cenizas fueron depositadas aquí por voluntad propia.


La última sala del recorrido, antes de regresar hacia la entrada, es el Palacio de Hielo, a un km de la entrada. En esta zona encontramos una pista de hielo natural donde los guías animan a los visitantes a patinar. La verdad es que te sientes un privilegiado por poder presenciar esta belleza natural hecha por el agua y el viento a lo largo de los siglos. Una vez dentro se comprende que el nombre que reciben las cuevas, Eisriesenwelt, signifique Mundo Gigante de Hielo.


Una vez fuera, empezamos a quitarnos las capas de ropa, las metimos en la mochila e iniciamos el descenso hacia el coche. El día continúa despejado aunque ya comienzan a aparecer algunas nubes en el cielo. Hemos tenido mucha suerte con el tiempo. No sé si me atrevería a subir a esta altura un día nublado y de lluvia.

A las cuatro y media estamos de nuevo en Werfen y nuestro casero nos hace entrega de las llaves de nuestro apartamento durante los próximos tres días. He de hacerle una mención especial por su amabilidad y hospitalidad. El señor Fritz nos esperó con un detalle de bienvenida y puso a nuestra disposición juegos en su jardín para que los niños se divirtieran durante nuestra estancia. Os recomiendo su alojamiento si estáis por la zona. Además de estar muy bien situado, muy cerca de la autopista, las habitaciones estaban limpias y el lugar era muy tranquilo y silencioso rodeado de naturaleza. Lo reservamos por Booking, al igual que el resto de los alojamientos.

Alojamiento en Werfen


La fortaleza Hohenwerfen

Una vez instalados, aprovechamos el resto de la tarde para abastecernos de comida en el supermercado y hacer un par de partidas de ping pong en el jardín. Muy cerca del alojamiento tenemos la fortaleza Hohenwerfen así que aprovechamos para visitarla. Subimos en ascensor hasta la fortaleza, un paraíso para los peques. En el interior del patio del castillo hay juegos infantiles de madera, una tienda de caballeros, una exposición de armas y una taberna al aire libre. Los niños juegan con todo lo que ven y se asoman a las aspilleras, que nos ofrecen unas vistas espectaculares del valle del río Salzach. En el patio exterior a las murallas se organiza a diario una exhibición de vuelos de halcones. Y es que, el Castillo también alberga el primer museo de cetrería austríaco.


Está a punto de iniciarse una visita guiada a la fortaleza. Así que nos colocamos en la cola de visitantes a la espera de conseguir nuestro audioguía en español. Enseguida entramos y la guía nos explica que, a lo largo de su historia, este castillo, construido en el siglo XI, ha ejercido las funciones no sólo de fortaleza sinó también de prisión, y nos enseña sus estancias. El recorrido incluye la visita a la capilla del castillo, la cocina, la sala de torturas, el calabozo, la armería y la subida hasta su campanario. Hoy en día es considerado una de las construcciones mejor conservadas de la Edad Media de toda Europa

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Salzburgo monumental

La tarde la dedicamos a la ciudad de Salzburgo la capital administrativa, cultural y artística del estado de Salzburgo. Aparcamos cerca del palacio de Mirabel y recorrimos los jardines y el casco antiguo a pie. Cenamos en un restaurante con terraza interior muy concurrido por cierto. El restaurante tenía varios patios donde comer al aire libre y un patio interior. Tras una comida reparadora, seguimos callejeando y regresamos al coche cuando empieza  a lloviznear.

Ciudad de Salzburgo en Austria

El día no acompaña mucho pero aún así paseamos por su casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Entramos en la Catedral barroca del siglo XVII, consagrada al santo Ruperto de Salzburgo, fundador de la ciudad; a la Residenz Platz, junto a la antigua residencia del arzobispo, sus callejuelas medievales como Getreidegasse, la calle más comercial de la ciudad, en el número 9 de la cual se alza la casa donde nació en 1756 Wolfgang Amadeus Mozart, y observamos en lo alto la famosa Fortaleza de Hohensalzburg. Este castillo, construido en el siglo XI, sirvió como refugio para los arzobispos de Salzburgo ante cualquier amenaza. Con el tiempo fue ampliándose y actualmente es uno de los principales lugares turísticos de la ciudad.


Salzburgo en Austria


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