Hoy es nuestro cuarto día de viaje en nuestra ruta en coche por Bretaña y Normandía. Comenzamos nuestro viaje en Barcelona y pasamos los tres primeros días en la región de Países del Loire, donde visitamos La Rochelle, el parque temático Le Puy du Fou y la capital de la región, Nantes, donde pasamos la última noche.
Ha amanecido un día lluvioso. Hacemos el check-out del hotel, subimos al coche y nos adentramos por fin en la región de Bretaña. Vannes, capital del departamento de Morbihan, la encantadora villa de Auray, las playas salvajes de Quiberon y los alineamientos megalíticos de Carnac nos esperan.
Vannes
Nos separan 114 Km de nuestro primer destino Vannes, una ciudad medieval amurallado situado en el Golfo de Morbihan. Llegamos temprano y aparcamos sin problema en un parking junto al puerto deportivo. Comenzamos la visita por la ciudadela ataviados con nuestros chubasqueros. Sigue lloviendo mucho. Apenas hay turistas y se pueden hacer buenas fotos bajo el paraguas. Recorremos su casco antiguo con sus casas del siglo XV de entramado de madera. Hoy hay mercado y los tenderos están terminando de preparar sus paradas. Seguimos el recorrido y entramos en la catedral de Saint Pierre, de estilo gótico y clasificada como Monumento Histórico desde 1906, en su coro descansan los restos de San Vicente Ferrer, patrón de la ciudad, fallecido en 1419.
Continuamos el paseo por los jardines exteriores situados a los pies de la muralla, testigo de 1500 años de historia militar y principal reclamo turístico de la ciudad. Un primer recinto fue erigido por los romanos en el siglo III, pero fue a finales del siglo XIV, bajo el reinado de Juan IV, cuando se reforzaron y ampliaron las murallas para proteger a la población. Es una lástima que no podamos pasear con mejor tiempo, podríamos estar horas admirando la fortificación pero no cesa de llover así que regresamos al coche ya que tenemos más lugares que visitar.
Auray
Los niños tienen frío y preferimos ir al coche a calentarnos
un poco mientras llegamos al pueblo histórico de Auray, nuestra siguiente
parada. La lluvia no cesa y el cielo sigue muy oscuro. Paseamos por sus calles
empinadas y adoquinadas, por sus casas de entramado de madera de los siglos XV
y XVI y el puerto de Saint-Goustan, junto al río Loch, que, durante los siglos
XVI y XVII se convirtió en el tercer puerto bretón gracias al tráfico de vino y
cereales. A medida que pasa la mañana, deja de llover y comienza a clarear el
cielo. Dejamos atrás el puerto y subimos por una empinada calle hasta la parte
alta de la ciudad, llena de pequeños comercios, donde encontramos la iglesia
parroquial católica Saint-Gildas, construida en el siglo XVII donde antes había
un priorato benedictino y dedicada a San Gildas, un erudito y clérigo venerado
del cristianismo celta. Terminamos de visitar Auray, bajamos de nuevo hacia el
puerto, atravesamos el puente de Saint-Goustan sobre el río Loch y buscamos el
coche, que hemos aparcado en el parquing que hay junto al cementerio de la
ciudad.
Parece que el tiempo nos da un poco de tregua e incluso está
saliendo el sol así que nos animamos a seguir la ruta hacia la península de
Quiberon, donde queremos ver su costa salvaje. Son las doce, apenas hay tráfico
dirección a la península y llegamos enseguida.
Durante el paseo por Auray nos habíamos detenido en la
oficina de turismo para coger información sobre actividades de la zona y en uno
de los folletos se informaba sobre los horarios diarios de las mareas de cada
mes del año. Gracias a eso pudimos saber que en Quiberon hoy era el día con la
marea más baja del mes y que coincidía con la hora en qué queríamos ir así que
pudimos ver durante el trayecto el paisaje en marea baja, repleto de algas y
arena y el mar a lo lejos.
Playa Le Port Blanc en la peninsula de Quiberon
En Quiberon no recorrimos
la carretera hasta el final de la península. De hecho, aparcamos muy cerca de
la costa, cerca del pueblo de Portivy y, pese a que el sol había salido y lucía
espectacular, también hacía un viento igual de espectacular. Nada más abrir la
puerta del coche lo notamos. Cogimos los chubasqueros para protegernos del
viento (porque no apetecía nada ir en manga corta) y seguimos la senda marcada
hasta encontrar unas vistas espectaculares de su costa salvaje de acantilados. Estas
playas son ideales para los amantes del surf y ya había unos cuantos en la
playa disfrutando de las olas.
Siguiendo un camino de
tierra que se iniciaba en el aparcamiento llegamos a una edificación en ruinas
y desde allí caminamos por el sendero de los aduaneros hasta llegar a la playa
de Le Port Blanc. Prohibida para el baño debido al fuerte oleaje, se
encuentra entre dunas y acantilados. Es fácil de localizar por su roca en forma
de puente, conocido como el Arco de Port Blan, resultado de la erosión marina
que talló un arco en el acantilado.
La playa estaba desierta. El viento era muy fuerte y no invitaba a seguir el paseo así que nos comimos los bocadillos sentados en un banco y disfrutando de estas vistas y regresamos al coche. No pudimos recorrer los 14 km de longitud de la península por falta de tiempo. Era la una del mediodía y queríamos que nos diera tiempo a ver los alineamientos de Carnac antes de entrar al siguiente alojamiento, cuya hora programada de entrada eran las cuatro y media de la tarde.
Los alineamientos de Carnac
En apenas veinte minutos llegamos a Carnac. Aparcamos en el
centro de la ciudad y visitamos su oficina de turismo. Allí nos informaron e
indicaron cómo llegar a los alineamientos, situados a las afuera. Hay
diferentes recintos de menhires (“piedras largas” en bretón) y existen varias
teorías para explicar estos monumentos pero prácticamente todas evocan su
función astronómica.
En nuestro caso, visitamos los Menhires de Ménec donde
encontramos más de 3000 megalitos y tumbas erigidos 4000 años antes de Cristo.
El acceso al sendero peatonal que rodea el recinto es libre y gratuito. También
se puede realizar la visita contratando un guía turístico o incluso hacer el
recorrido en coche o en tren turístico. Todo depende del tiempo del que
dispongáis para visitar todo el recinto. Nosotros nos decantamos por la primera
opción e hicimos el circuito peatonal por libre alrededor de Ménec. Sin embargo
también se puede alargar el recorrido y realizar el circuito intermedio hasta
Kermario (1,2 km) o de Ménec a Kerlescan (3,5 km), Este último supone una caminata
de 1h-1h30´ aproximadamente. Todo gratis.
Qué son los menhires: Historia
Si queréis saber más sobre Carnac aquí os dejo su web.
Tras abandonar Carnac, nos dirigimos al alojamiento donde
pasaremos las próximas dos noches sin problemas. Una casita en un pequeño
pueblo a las afueras de Vannes. Conocemos a la propietaria, nos enseña el
apartamento muy amablemente, nos instalamos y enseguida volvimos a subir al
coche para buscar un restaurante donde cenar ya que en Francia se cena pronto. Decidimos
probar suerte en Vannes y así poder pasear por sus calles ya sin lluvia. Es
increíble como cambia el tiempo en esta región. Hace una tarde soleada
espectacular y la ciudad está animada de turistas. Entramos en una pizzería del
casco antiguo cruzando los dedos para que nos dijeran que tenían mesa
disponible (normalmente en Francia se ha de reservar en los restaurantes
previamente y ya nos había pasado en otras ocasiones que no habíamos podido
cenar sin reserva previa) y triunfamos. Nos dejaron pasar y nos asignaron una
mesa en su terraza con vistas a los jardines exteriores de la muralla. Pizzas
buenísimas con unas preciosas vistas para terminar un día completito.
Ruta Nantes-Vannes-Auray-Quiberon-Carnac
CONTINUAR RUTA POR BRETAÑA
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