La encantadora ciudad de Annecy de la que guardo un recuerdo idílico tras pasar mis vacaciones en esta población. Su lago, todo un remanso de paz entre montañas. Sus flores en los balcones y en las barandillas de sus canales. Su castillo, elevado sobre sus tejados y privilegiado observador de las aguas cristalinas del lago. Me había costado mucho elegir un destino para pasar unos días tranquilos pero definitivamente, había acertado.
Annecy es una población de la Alta Saboya francesa y está estratégicamente bien situada para quien quiera realizar excursiones por los Alpes y el sur de Suiza como era nuestro caso. Visitar el Montblanc o escaparse a conocer el lago Leman son buenos ejemplos de ello. En nuestro caso viajábamos con un niño pequeño de año y medio y las excursiones no se podían alejar en exceso de Annecy para respetar sus horarios y no cansarlo demasiado. Aún con este handycup pudimos visitar bastantes lugares.
Iniciamos el día sobre las nueve de la
mañana y paseamos sin prisa por esta bella ciudad. Recorremos su centro
comercial y llegamos a la iglesia de Saint Dominique situada muy cerca del
canal principal que entra a la ciudad desde el lago. Aquí encontramos el
edificio más famoso de las postales de Annecy, el Palacio de la Isla, un
conjunto de edificios construidos entre los siglos XII y XVI, que han servido
como prisión, casa de la moneda y juzgado y que hoy alberga exposiciones
itinerantes.
Nos alejamos de la antigua prisión y
ascendemos por una pendiente asfaltada hacia el Museo Castillo de la comarca. El
castillo fue construido entre los siglos XIII y XVI y era el lugar de
residencia de los duques de Genevois-Nemours. Un monumento histórico que
actualmente
alberga el Museo de Annecy y en el que el turista descubre esculturas
religiosas, mobiliario saboyano, antropología alpina, bellas artes, arte
contemporáneo y exposiciones temporales. El castillo también acoge el observatorio
regional de los Lagos Alpinos, organiza visitas-talleres para el público joven
y recorridos comentados gratuitos cada primer domingo de mes. Todo por el
módico precio de 4,80 euros.
Tras salir del castillo tomamos
un pequeño camino que nos descubre una zona residencial con unas bonitas casas
con jardín. Suponemos que es la parte más adinerada de la ciudad.
Un poco apartado del centro y en
lo alto de una colina, se alza majestuoso el Monasterio y Basílica de la
Visitación, dedicado a Saint François y a Sainte Jeanne de Chantal. Por sus
grandes dimensiones parece que es un importante lugar de culto. Junto a la entrada al monasterio
hay una pequeña tienda de recuerdos religiosos que nos informa de que este año
es año de peregrinación ya que se celebra el aniversario del 4º centenario de
la fundación del orden de la Visitación. Una vez en su interior llama la
atención su austera decoración, partidamente inexistente y pasan junto a
nosotros varias religiosas en absoluto silencio.
Tras una breve visita por el
recinto, salimos y contemplamos desde lo alto de la colina una bella vista de
los tejados de Annecy y de su lago. Éste es el que nos llama ahora toda nuestra
atención, pues queremos dar un paseo en barco navegando por sus tranquilas
aguas y así conocer un poco más su orilla norte, aunque sea desde la distancia
del barco. Bajamos por la avenida de Trésum y llegamos a los Jardines de Europa
(Jardin de l’Europe), un gran parque lleno de árboles que hay junto a las
diferentes embarcaciones turísticas que están amarradas y revisamos el horario
de salidas. La próxima no es hasta primera hora de la tarde así que decidimos
comer primero y navegar después. Son casi las 12 del mediodía, la hora ideal
para comer sin colas en la terraza de cualquier restaurante. Encontramos una
pizzería en una calle secundaria donde no pasean tantos turistas y nos pedimos
un plato de pasta acompañado de un buen vino.
El restaurante quedaba muy cerca
de los Jardines de Europa así que tras comer nos acercamos para sentarnos bajo
la sombra de un árbol. Casi a la hora de zarpar nos acercamos al barco de
recreo y nos acomodamos en uno de sus asientos al aire libre. Durante la travesía, de unos 45
minutos, el capitán explica las dimensiones del barco así como los diferentes
puntos de interés turístico que divisamos: una zona residencial con casas que
poseen embarcadero privado, pequeñas zonas de costa habilitadas como playas de
piedras, un castillo en la cima de una montaña, y el carril bici que bordea
todo el lago y por el que circulan diariamente decenas de ciclistas.
En el lago también se practican
deportes acuáticos. En el pequeño puerto de Annecy se alquilan patinetes de
agua, las familias salen con sus barcos a dar un paseo por el lago, e incluso
vemos algún chico practicando esquí acuático y windsurf sin olas.
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