Hoy nos levantamos con la intención de
visitar las principales ciudades de la orilla suiza del lago Leman. Cómo siempre nos
levantamos temprano y subimos al coche rumbo norte hacia Ginebra. Cruzamos la
frontera suiza y seguimos por la autopista hasta ver el desvío hacia Nyon,
nuestra primera parada del día.
Nyon es un pequeño pueblo a orillas del lago
cuyo mayor atractivo reside en su castillo medieval y en los restos
arqueológicos de lo que en su día fue un anfiteatro romano, del que hoy sólo se
conservan tres columnas. A los pies del castillo hay un gran parque lleno de
flores por el que damos un agradable paseo hasta llegar de nuevo al pequeño
puerto deportivo. La visita no da para más así que decidimos continuar con la
excursión costeando el lago hacia Lausanne, la siguiente ciudad y una de las más
importantes de Suiza que alberga, entre otros organismos, la sede del Comité
Olímpico Internacional (COI) y el Museo de los Juegos Olímpicos, donde está
encendida de manera permanente la llama olímpica.
Llegamos a Lausanne sobre el mediodía y buscamos
un lugar donde estacionar el coche en zona azul. La ciudad está sobre una
colina y para poder llegar a orillas del lago hay que bajar una pendiente
bastante pronunciada. Bajamos caminando por la avenida de Ouchy y apenas
encontramos gente. Una vez junto al lago buscamos la oficina de turismo, muy
fácil de localizar, y preguntamos por el Museo Olímpico. La chica nos indica
que nos encontramos muy cerca y hacia allí nos dirigimos.
Tras salir del Museo Olímpico, nuestra
próxima parada es el centro histórico de Lausanne. Para ello volvemos junto a la
oficina de Turismo, frente a la cual está la parada de Metro que asciende a la
ciudad más comercial. Un metro pequeño pero moderno donde destaca el civismo de
los ciudadanos. La entrada está abierta. No existe ninguna barrera donde
validar el ticket. Sólo unas máquinas expendedoras de billetes. Ningún guardia
de seguridad a la vista. Sin embargo nadie se cuela. Todos los viajeros pagan
su ticket y esperan en el andén. Un ejemplo de civismo.
Una iglesia es el primer edificio que vemos
en el casco antiguo. Es la Basílica de Saint François. Junto a ella se
encuentra el centro comercial de la ciudad lleno de pequeñas callejuelas
repletas de franquicias internacionales de moda. Y en lo alto de una colina, se divisa la Catedral. Compramos un par de bocadillos y
comemos apoyados en la fuente que se encuentra en la enorme plaza de la Riponne.
A nuestro lado tenemos las escaleras que nos llevan a la Catedral de Notre-Dame.
Sin embargo, preferimos deshacer el camino y volver al coche. Todavía nos
quedan lugares que ver.
Salimos de Lausanne y continuamos bordeando
la costa norte del lago Lemán. Junto a la carretera, centenares de viñedos
miran desde sus balcones hacia el lago. El paisaje hace el viaje agradable y
pronto pasamos por la ciudad medieval de Vevey, sede de la empresa alimentaria
de Nestlé, situada junto a la carretera. Continuamos hasta nuestro último destino
de la jornada: Montreux y el Château de Chillon.
Montreaux es como otra ciudad costera con su
paseo marítimo y sus zonas azules de aparcamiento. Justo pasar el pueblo
encontramos a mano derecha un castillo oculto entre árboles y bañado por el
lago. No cuenta con zona de aparcamiento propia así que los coches aparcan en
los laterales de la carretera para poder acceder caminando hasta él. Hacemos lo
propio y llegamos a la entrada.
El Castillo de Chillon es uno de los castillos
más fascinantes de Europa. Declarado Monumento Histórico, está situado en un
emplazamiento natural único, y sus estancias han inspirado a grandes nombres de
la literatura como Jean-Jacques Rousseau, Víctor Hugo y Lord Byron. Fortificado
por los condes de Saboya y ocupado por Berna en 1536, constituye el principal
atractivo de la ciudad.
No es muy tarde, son las 17:30.
Sin embargo hemos de volver al coche porque nos espera un largo camino de
regreso a Annecy. Bordeamos de nuevo el lago por su orilla norte y llegamos en
unas dos horas.
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