El pueblo de Füssen es precioso. Aparcamos en el pueblo y caminamos siguiendo la ruta ciclista que va paralela a la carretera. Son unos cuatro kilómetros pero merece la pena. El camino es llano y en un día soleado como el que nos salió el paseo fue muy divertido para los niños. Encontramos continuamente babosas por el camino. Mis hijos se paraban a mirarlas porque sentían mucha curiosidad. Nunca habían visto ninguna y les llamaba mucho la atención que hubiera tantas.
Habíamos madrugado y en menos de una hora llegamos a la entrada a las taquillas del castillo de Neuschwanstein. Junto a ellas hay varios aparcamientos, completos ya a esta hora de la mañana (cobran 5 euros). Pasamos ante la larga cola que ya se había formado junto a la taquilla y seguimos caminando por la Alpseestrasse. A nuestra derecha se alza el Castillo de Hohenschwangau.
No disponemos de tiempo para visitar ambos castillos. De hecho, no entraremos a ninguno. Si hubiéramos venido sin niños seguro que habríamos hecho la hora de cola para comprar las entradas pero sin saber la hora disponible de nuestra visita al castillo y realmente preferimos aprovechar el tiempo con ellos haciendo el camino de ascenso para que puedan contemplar las hermosas vistas y disfrutar de un día en la naturaleza. Ellos no valoran visitar las estancias del castillo, más bien les aburren. Lo hemos comprobado en otras ocasiones.
Siguiendo la carretera llegamos al lago Alpsee, donde descansamos y aprovechamos para comernos nuestros bocatas. Las vistas del lago son preciosas e idílicas. Sus aguas son limpias y cristalinas y es inevitable coger la cámara de fotos e inmortalizar el lugar, prácticamente vacío. Unos cisnes se nos acercaron y les dimos unas migas de pan.
Serían las diez cuando iniciamos el camino de ascenso al puente Marienbrücke, que ofrece las mejores vistas del Castillo Neuschwanstein, o Castillo del Rey Loco, el más famoso de la región. Existen varios caminos para acceder al castillo. Uno de ellos se puede hacer en minibus o subidos en carruaje de caballos. El otro conduce directamente al puente desde el que se pueden obtener las mejores fotos panorámicas del castillo. Nosotros optamos por esta segunda opción. Poco a poco fuimos subiendo la dura pendiente hasta que finalmente tuvimos nuestra recompensa (el recorrido que hicimos está marcado en el mapa de color verde).. Llegamos al puente y apenas había turistas para acceder así que aprovechamos para tomar unas fotos toda la familia con Neuswanstein como telón de fondo. Las vistas desde aquí son espectaculares y se puede divisar el Forgensee al fondo. Ha merecido la pena madrugar. Cuando salimos del puente la cola era enorme.
El Castillo de Neuschwanstein se abrió al público en 1886 tras la muerte del rey Luis II de Baviera (conocido como “el rey loco”), que lo había construido como su lugar de refugio. Durante su construcción se utilizaron los medios más modernos tanto técnicos como de los materiales. Sus cimientos se hicieron con cemento, e interiormente el castillo estaba equipado con las últimas tecnologías de la época como tener calefacción y agua caliente en el edificio de vivienda real, desagüe automático en los inodoros o instalación eléctrica de comunicación interna. Actualmente es propiedad del Estado de Baviera y recibe 1,4 millones de visitantes al año. Neuschwanstein fue elegido por Disney como modelo para el castillo de “La bella durmiente” (1959), convirtiéndose desde entonces en uno de los principales símbolos de la compañía.
Ya que estábamos tan cerca, nos acercarnos hasta su entrada para tomar varias fotografías. Teníamos otros planes para el resto del día así que bajamos la montaña, esta vez por el camino que utilizaban los carruajes, hasta la entrada de las taquillas, junto a las cuales comimos unos bratwurts en un snack-bar. Desde allí, ya teníamos fuerzas para regresar andando a Füssen, donde paseamos por sus calles y nos tomamos un merecido helado en una heladería de su casco antiguo.
Pero aún era pronto. Y tenía planificado hacer más actividades por la zona. Así que nos acercamos a la frontera austríaca para vivir la experiencia de pasear entre las copas de los árboles en el centro Walderlebniszentrum Ziegelwies. Un centro de diversión en plena naturaleza pensado sobre todo para los más pequeños. El centro está dividido en tres zonas: El Bergwaldpfad, el Baumkronenweg y el Auwaldpfad.
Nosotros aparcamos y sólo visitamos dos de las tres áreas. Concretamente las que bordeaban el río. Nos dirigimos primero al Baumkronenweg. Inaugurado en 2013, el camino entre los árboles cuenta con 480 metros de largo y se encuentra a 21 metros de altura en el centro forestal de aventuras Ziegelwies, en Füssen. Gracias a su ubicación y la elevación del sendero es posible disfrutar de excelentes vistas del paisaje salvaje del río Lech, así como de las montañas y el valle de Baviera y el Tirol. Los tramos entre las plataformas de madera tienen una longitud de unos 80 y 100 metros y, al ser una pasarela vallada, no hay ningún peligro para los niños.
El precio para los adultos es de 5 euros y los niños menores de 15 años tienen acceso gratuito.
Una vez los niños se vuelven a calzar, seguimos el sendero que bordea el río, en el que encontramos más juegos de agua y paneles informativos, hasta que llegamos a las cascadas Lechfall. Para llegar a ellas primero hemos de subir unas escaleras de piedra que nos conducen a la carretera. Desde allí, a pocos metros volvemos a descender para cruzar el puente desde el que podemos fotografiar perfectamente la cascada. Estamos prácticamente solos así que podemos disfrutar de un primer plano de la cascada sin turistas.
Ya de regreso al coche, vamos siguiendo el sendero que bordea el río. Cuando llegamos al punto de inicio del recorrido circular, junto a la carretera, podemos seguir por el camino forestal de montaña Bergwaldpfad, de 1,7 kilómetros más de recorrido con nuevas actividades para los niños, pero decidimos parar aquí. Todos estamos cansados y nos espera una hora en coche de regreso a casa. Ha sido un día espectacular y agotador.
Si nos hubiéramos alojado en Füssen un par de días, podríamos haber disfrutado de muchas más actividades en la zona, como bañarnos en una de las playas del Forgensee, acercarnos al idílico lago de Alatsee, subir en teleférico a Tegelberg para contemplar una nueva panorámica de Neuswanstein, alquilar unas bicicletas, o incluso ir a un centro de deportes donde a la vez que compras puedes lanzarte de sus tirolinas Hochseilgarten. Son ideas que guardamos para la próxima ocasión.
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