Oberammergau y Cascadas de Leutasch


La previsión del tiempo para hoy es muy buena para pasar el día al aire libre así que hoy nos dirigimos al sur, hacia los Alpes austríacos. Hemos de aprovechar que el día está despejado para poder hacer la ruta planificada de hoy. Madrugamos y nos dirigimos al pueblo de Oberammergau, en el valle del río Ammer, conocido por los frescos pintados en las fachadas de sus casas. Allí paseamos y almorzamos unos bocadillos en un parque infantil donde los niños juegan un ratito. Es la primera parada de un día muy intenso. En la entrada del mismo pueblo hay un Alpine Coaster,  al que dudamos si acercarnos o bien continuar la ruta y volver después. Optamos por aprovechar que es temprano y seguir la ruta hacia Austria porque la excursión que tenía pensada era mejor hacerla antes de comer ya que por la tarde podía empeorar el día y empezar a llover. Así que pasamos junto a Garmisch-Partenkirchen, famoso por sus saltos de esquí, y llegamos al pueblo de Mittenwald, objetivo del día, donde se encuentra la Leutasch-klamm Wasserfallsteig (Cascadas de Leutasch).



Mittenwald es una ciudad alpina que pertenece al estado federado de Baviera, y se encuentra en el valle del río Isar, a unos 100 km al sudoeste de Múnich. Está muy cerca de la frontera con Austria, rodeado por los Alpes. Desde el coche vemos que es un pueblo precioso, con las fachadas pintadas y con mucho turismo pero no nos detenemos. Quizás deberíamos haberlo hecho pero en una zona con tantas actividades a hacer y pueblos a visitar, siempre hemos de dejar alguno por ver para una próxima ocasión. Hoy hemos llegado hasta aquí para recorrer el desfiladero que se encuentra a las afueras de la ciudad. No está muy bien señalizado y en un primer intento nos perdimos. Subimos por una carretera de curvas buscando un cartel que nos informara del desvío pero no lo encontramos y acabamos atravesando la frontera y dando la vuelta de nuevo hacia el pueblo. Esta vez sí encontramos el panel informativo y aparcamos el coche junto a él, en las afueras del pueblo, junto al río.

El inicio de la ruta es muy agradable, un sendero bien señalizado, amplio, rodeado de verdes prados con los Alpes como telón de fondo y acompañados por el sonido del Leutasch Ache, un afluente del río Isar, que baja con mucha agua. En unos diez minutos  llegamos a la entrada de la gruta donde está la taquilla en un pequeño quiosco. Hacer el pequeño recorrido para ver las cascadas tiene un precio. Hay una pequeña terraza-bar donde te cobran unos 3 euros por persona por acercarte hasta la cascada. Si no se quiere hacer este pequeño recorrido de pago, el resto de la ruta por las pasarelas es gratuita. Ya que estamos aquí, nosotros la hacemos entera. Primero este primer tramo que nos adentra en la parte más baja del desfiladero. Un aviso. Si váis en verano, como en nuestro caso, llevad una sudadera o chubasquero ya que este tramo de la garganta es húmeda y se nota la bajada de temperatura. Al final del recorrido está la cascada. Hacemos unas fotos y regresamos de nuevo a la taquilla desde donde se inicia el recorrido gratuito.



Un panel informativo te indica los dos senderos que llevan al desfiladero. Uno tiene una pendiente inicial más fuerte y comienza junto al panel informativo. El otro es más llano el primer tramo del recorrido y la pendiente llega después.  Nosotros elegimos hacer la subida fuerte primero y, para  nosotros que no estamos muy acostumbrados al deporte, se nos hizo algo dura. Parando a descansar y beber agua varias veces por el camino hasta que llegamos a la parte más alta de la excursión y comenzamos el descenso ya por las pasarelas metálicas. Es muy chulo pero no es apto para cochecitos de bebé. Unas escaleras de acero bajan hasta el primer puente que cruza la garganta y por el cual regresas de nuevo por el otro sendero hasta el inicio de la ruta. Bajamos con cuidado. Impresiona bastante y no es apto para personas con vértigo. Las pasarelas  están literalmente colgadas de las paredes del desfiladero, y durante el recorrido siempre te acompaña el sonido del agua  bajo tus pies. Más adelante hay un segundo puente que atraviesa la garganta pero nosotros no llegamos tan lejos. Volvemos por la misma pasarela hasta el primer puente, lo cruzamos y regresamos por el otro sendero, más ancho. 

Tenemos suerte porque en el descenso encontramos una posada de montaña donde paramos a comer. Era casi la una del mediodía y los niños tenían hambre así que nos pareció el lugar ideal para detenernos a comer y reponer fuerzas. Pedimos schnitzel  (filetes de escalopa rebozados) para todos y comimos estupendamente con unas vistas increíbles de las montañas. Un lugar muy limpio donde el personal nos atendió con mucha amabilidad. Tiene un comedor interior y una terraza con una vista espectacular. Ya con la barriga llena, dejamos atrás el refugio y seguimos el descenso hasta el coche. 

El objetivo del día estaba cumplido y sólo eran las dos del mediodía así que teníamos toda la tarde por delante para seguir buscando actividades que nos vinieran de paso de regreso al apartamento. El día es espléndido. Las nubes no han aparecido y el calor aprieta. 


Primero paramos en Garmisch. Desde la carretera vimos un Sommerrodelbahn y a los niños les encanta tirarse con estos trineos. Así que aparcamos, nos ponemos a la cola y nos montamos. La atracción es divertida pero el recorrido es corto así que enseguida acabamos. 

Junto al Rodelbahn se alza el trampolín desde donde se televisan los saltos de esquí en año nuevo, Olympic Ski Jump.  Así que nos acercarnos a ver las plataformas. También se veían unas piscinas con zona ajardinada y la verdad es que los bañistas nos daban un poco de envidia. Nos apetecía un baño. Así que cogí el móvil y empecé a investigar piscinas cercanas y encontré en Oberammergau una piscina pública que tenía muy buena pinta y muy económica, la Erlebnisbad Wellenberg. Y hacia allí que fuimos. Cada mañana metía en el maletero una bolsa con toallas, bañadores y una muda, por si encontrábamos una zona de baño y nos apetecía darnos un chapuzón así que teníamos lo necesario.



Eran todavía las tres y media y las piscinas cerraban a las ocho de la tarde así que aún podíamos aprovechar bastante la tarde. Cuando llegamos aparcamos en una zona arbolada y entramos sin problemas. Una empleada muy amable nos atendió y nos indicó la zona de vestuarios. La entrada daba acceso al recinto durante cuatro horas y podías disfrutar tanto de su zona exterior, con césped, piscinas, toboganes y trampolines, y de su zona interior de piscinas termales y jacuzzis. Un planazo para los niños y para nosotros, que podríamos relajarnos en el spa o la sauna. 

Cuando entramos varias familias estaban cambiándose en el vestuario. Nos llamó la atención que fuera mixto. Hombres, mujeres y niños compartían el espacio. Eso sí, para los más pudorosos el centro ofrecía unas cabinas individuales donde poder cambiarse. Nosotros elegimos esta opción. Nos cambiamos rápidamente, metimos toda la ropa en la taquilla, cogimos nuestra toalla y tras una ducha higiénica accedimos a la zona de aguas: dos piscinas interiores y dos piscinas exteriores inmensas con un entorno montañoso espectacular. Además, no estaba nada masificado.

El día seguía soleado, el recinto estaba muy limpio, la gente muy cívica y todo era perfecto. Estuvimos unas tres horas chapoteando, cambiando de piscinas, relajándonos en la zona de chorros del jacuzzi, y cuando ya vimos que se acercaba la hora de irnos, sobre las siete y media, nos fuimos, totalmente relajados. Aprovechamos para comprar algo en el supermercado del pueblo y ya regresamos al apartamento, donde cenamos unas pizzas y nos dormimos agotados por el intenso día. Uno de los mejores recuerdos que tengo del viaje.




Próxima parada: Ulm y Bad Wörishofen


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