Münich y su jardín inglés

Hemos visto la previsión del día y por la tarde amenaza lluvia en Münich, que es el destino del día. Madrugamos porque queremos evitar el tráfico de hora punta de la mañana. A las nueve aparcamos en una zona gratuita junto al parque más grande de Münich, el Englischer Garten. En el parque, a estas horas, apenas hay gente, sobre todo corredores haciendo ejercicio, algún grupo de turistas japoneses y nosotros. Aprovechamos la ocasión para hacer fotos que parecen de postal: del lago, de los patos y ocas, de los senderos, de las grandes explanadas de césped... El Englischer Garten es el pulmón verde de la ciudad y, con sus 400 hectáreas, es uno de los parques urbanos más grandes del mundo. El jardín fue diseñado en 1789 en dos partes, una de ellas un jardín miliar y la otra el primer parque público de la ciudad. En 1792 ambas partes se unieron y fueron abiertas al público.
 



Seguimos uno de los senderos con la esperanza de llegar al pequeño templo de estilo griego, el Monopteros, construido en 1836. Nos desviamos varias veces pero por fin conseguimos llegar. Subimos a contemplar las preciosas vistas del parque desde su columnata (aún hace sol aunque ya aparecen las primeras nubes amenazantes) y nos orientamos para dirigirnos al centro de la ciudad.


Este parque es enorme. Un auténtico pulmón en el centro de la ciudad y muy cerca de su casco antiguo. Pasamos junto a la Casa de Té Japonesa (Japanisches Teehaus) y junto al Palacio del Príncipe Carlos, para seguir por el Hofgarten y llegar primero a Odeons-platz.  Más adelante, entramos por una puerta lateral al patio interior del Nuevo Ayuntamiento y a través de un túnel de acceso llegamos a Marienplatz. 



Este edificio, de estilo neogótico, fue construido en el siglo XIX y su bella fachada ostenta varias pequeñas estatuas pertenecientes a gobernadores bávaros, entre otros personajes. Cuenta con una torre de 85 metros de alto que alberga el Glockenspiel, que posee 43 campanas acompañadas por marionetas mecánicas que recrean escenas históricas de la ciudad de Munich y a la que los visitantes pueden ascender a través del ascensor. Nos quedamos en la Marienplatz ya que quedan tan solo quince minutos para que toquen las doce del mediodía. Centenares de personas alzamos la mirada hacia el reloj de la torre para ver las figuritas del reloj bailar.

Cuando éste termina, seguimos el paseo hacia la puerta de Isar (Isartor), la más histórica de las tres puertas de la ciudad. Fue en un inicio una de las cuatro puertas principales de esta muralla medieval, la cual fue una fortificación construida para defender la ciudad por la lado del Río Isar (río ubicado en sus cercanías). Es la única puerta medieval en Münich que ha conservado su torre principal. Damos una gran vuelta para volver de nuevo a la calle comercial Neuhauser Strasse hasta la puerta de la ciudad medieval de Karlstor.

Los niños empiezan a reclamar algo de comer. Como nos ha gustado mucho el parque y el centro está muy masificado, regresamos al Englischer Garten para vivir la experiencia de comer en un biergarten. Qué mejor sitio donde ir a comer con niños un bratswurst con patatas fritas acompañados de una cerveza bien fresquita para los adultos.

Con la ayuda de los planos distribuidos por el parque, finalmente llegamos al enorme Biergarten, situado junto a la torre china de madera, de uns 35 metros de altura. El  elemento más conocido del Jardín Inglés. Un espacio amplio donde los niños pueden correr sin peligro y que cuenta con un parque infantil muy chulo. 


Ya es casi la una y muchas mesas ya están ocupadas con jarras de cerveza y comensales disfrutando de su bratwurst así que hacemos lo propio. Sentamos a los niños en una mesa con sombrilla (parece que dentro de poco lloverá...y así evitamos mojarnos) y los adultos vamos a por la comida. El sistema es muy sencillo. Hay varios puestos de comida en un recinto cerrado con acceso mediante una única entrada. Coges una bandeja, servilletas y cubiertos y te diriges al puesto que quieras: uno para la cerveza, otro para los bratwurst y las patatas fritas, otro para el pan, otro para los refrescos... y finalmente pasas por una única caja por donde sales y te diriges a tu mesa. Si pides una cerveza (tienen varios tamaños de jarra) te piden un euro como fianza que te devuelven cuando les entregas de nuevo la jarra vacía. De esta manera se aseguran que las jarras vuelven y no se quedan en las mesas de fuera abandonadas.

Damos dos viajes, uno para servir a los niños y un segundo con nuestras bandejas. Nos sentamos y comemos tranquilamente mientras vemos cómo se van llenando las mesas de nuestro alrededor. Al acabar, dejamos la jarra de nuevo en el bar, recogemos y, a petición de los niños, nos acercamos a los columpios. Les dura poco la alegría porque nos empieza a llover, tal como indicaba la previsión metereológica, y hemos de correr a ponernos los chubasqueros que llevo en la mochila. Suerte que estábamos prevenidos. Así que ya con el chubasquero puesto regresamos al coche bajo la lluvia.

Münich tiene mucho más que ofrecer y incluso en un día de lluvia. La ciudad cuenta con infinidad de interesantes museos. Mis hijos aún son pequeños y los museos aún no les interesan mucho pero si los vuestros son mentes inquietas y pueden estar tranquilos os recomiendo visitar alguno de ellos como el Planetarium, la Pinacoteca Antigua, la Pinacoteca Moderna, el BMW Museum, el Deutsches Museum o el Sea Life Münich. Si pasáis más de un día en la ciudad también podéis visitar el Jardín Botánico, el Olympiapark o el Hofgarten.

En otras circunstancias (si los niños hubieran sido adolescentes) nos habría gustado dedicar la tarde a visitar el campo de concentración de Dachau. Lo dejaremos para la próxima ocasión. No es un destino apto para niños pero creo que es una excursión obligada si se visita la ciudad para conocer parte de su historia.

El viaje de regreso al apartamento sigue siendo húmedo y parece que no parará por el momento así que descansamos en casa. Hemos madrugado y el cuerpo lo necesita.

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