Hoy volvemos a madrugar porque la excursión prevista es larga. Ha salido un día muy nublado. Cogemos de nuevo los chubasqueros y al coche. El primer destino del día es Vaduz, capital del principado de Liechtenstein, a 111 kilómetros. No parece mucha distancia pero el primer tramo de carretera se hace muy pesado por ser una carretera secundaria. Una vez pasamos Bregenz, en seguida cogemos autopista y avanzamos kilómetros rápidamente. Durante el trayecto pasamos entre los Alpes. Es una pena que esté diluviando y no podamos disfrutar del espectacular paisaje. Espero que escampe durante el día.
Llegamos Liechtenstein con lluvia. Este pequeño estado,
que se adhirió a las Naciones Unidas en 1990, se ha convertido en una sede con
interés fiscal para muchas empresas, algunas de las cuales sólo existen en el
papel. Con una extensión de 160 km2,
el Principado de Liechtenstein es no de los estados más pequeños de Europa, con
una población de tan sólo 5000 habitantes. Vaduz
es su capital, una ciudad pequeña que se recorre en seguida. En una misma
avenida peatonal (Städtle) podemos encontrar restaurantes, hoteles, tiendas y sus
edificios más emblemáticos: el Ayuntamiento (Rathaus), el Museo de Arte
(Liechtenstein Kunstmuseum), que expone destacadas obras pictóricas de las
escuelas holandesa, flamenca e inglesa; el museo filatélico
(Briefmarkenmuseum), el Museo Nacional (Landesmuseum) que alberga exposiciones
de la historia cultural, política y geográfica del país; la Oficina de Turismo,
el Nuevo Parlamento (Neues Landtagsgebäude), la sede del Gobierno (Regierungsgebäude) y la catedral de Sant
Florin, construida en estilo neogótico entre 1868 y 1873. Tras ellos y dominando la ciudad se alza el Castillo de
Vaduz. Tiene unos 700 años y es propiedad de los príncipes de Liechtenstein
desde 1712. Desde 1938 es la residencia de la familia del Príncipe y, por lo
tanto, no se admiten visitas.
Es una pena que llueva. Apenas podemos estar media hora
paseando y volvemos al coche. Tenía pensado hacer alguna ruta de senderismo por
la montaña pero en otra ocasión será.
Paramos a comer un bocata a las afueras de Vaduz y ponemos rumbo a la
siguiente atracción del día: la casa de Heidi, en Maienfeld, en los Alpes
suizos. Desde Vaduz no se tarda mucho en llegar y parece que tendremos suerte
porque empieza a clarear y a salir el sol.
"Desde la risueña y antigua ciudad
de Maienfeld parte un sendero que, entre verdes campos y tupidos bosques, llega
hasta el pie de los Alpes majestuosos, que dominan aquella parte del valle. Desde allí, el
sendero empieza a subir hasta la cima de las montañas a través de prados de
pastos y olorosas hierbas que abundan en tan elevadas tierras".
Con esta poética descripción, comienza “Heidi”, la más famosa de las obras de Johanna Spyri. (la escribió en 1880) y con este paisaje idílico nos encontramos al llegar a Heididorf. Aparcamos y llegamos andando hasta la que se dice es la casa original de Heidi. Una recreación de la cabaña del abuelo, en la que entramos y paseamos por sus estancias. Todo está ambientado como si realmente Heidi y el abuelito vivieran allí. La cocina está totalmente equipada, la habitación de Heidi en la buhardilla, la del abuelito, su trineo y hasta la silla de ruedas de su amiga Clara, que da un aire un poco tétrico a la habitación. Se visita rápido. Junto a la casa, tienda de souvenirs, fuente donde refrescarse, pequeño cercado con cabras montesas que encantan a los niños y varias esculturas de los conocidos personajes de la serie.
Con esta poética descripción, comienza “Heidi”, la más famosa de las obras de Johanna Spyri. (la escribió en 1880) y con este paisaje idílico nos encontramos al llegar a Heididorf. Aparcamos y llegamos andando hasta la que se dice es la casa original de Heidi. Una recreación de la cabaña del abuelo, en la que entramos y paseamos por sus estancias. Todo está ambientado como si realmente Heidi y el abuelito vivieran allí. La cocina está totalmente equipada, la habitación de Heidi en la buhardilla, la del abuelito, su trineo y hasta la silla de ruedas de su amiga Clara, que da un aire un poco tétrico a la habitación. Se visita rápido. Junto a la casa, tienda de souvenirs, fuente donde refrescarse, pequeño cercado con cabras montesas que encantan a los niños y varias esculturas de los conocidos personajes de la serie.
Heididorf es un lugar muy visitado y
me sorprende mucho la procedencia del turismo que encontramos. Sobre todo
japoneses y familias musulmanas. Tras entrar a la cabaña y descansar un poco, bajamos el agradable paseo de camino al coche. Es
temprano. Apenas las cuatro. Así que proseguimos la ruta. Ahora volvemos hacia
el Bodensee de nuevo pero nos desviaremos hacia Saint Gallein, todavía en territorio suizo.
Recorremos su casco antiguo, un poco desierto para ser
sábado pero es que aquí los comercios cierran muy temprano. Son las cinco y
está todo cerrado. Así que nos acercamos al monumento más importante de la
ciudad, el distrito del convento con su catedral y biblioteca. Una gran plaza (Klosterplatz)
rodea el conjunto arquitectónico y le aporta mayor majestuosidad. La magnífica Catedral barroca y la Stiftsbibliothek
(Biblioteca de la Abadía) es un conjunto histórico único, que fue declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. En la biblioteca de la
abadía, uno de los más bellos salones rococó de Suiza, se puede admirar 170.000 libros impresos
y 2000 ejemplares manuscritos únicos medievales en exposiciones temporales.
Alrededor de 400 volúmenes tienen más de 1000 años de antigüedad.
Me gustaría detenerme más en explorar la ciudad pero es
muy tarde y hemos de llegar pronto a Mülhlofen porque hemos de comprar en el
supermercado. Me apunto para otra ocasión el poder entrar a visitar la
biblioteca, hacer alguna excursión de senderismo por los Alpes o subir a la
cima del monte Säntis (de 2502 metros) en teleférico.
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