Florencia y Pisa

El segundo día en la ciudad prometía. Teníamos mucho a visitar porque sólo estaríamos en la ciudad un día más y había que aprovechar bien el tiempo. Lo primero a visitar fue el Duomo y el Batisterio. Exteriormente, Santa Maria del Fiore tiene una gran belleza, su fachada, bellamente decorada, con su enorme cúpula y su campanile, pero el interior es decepcionante. Lúgubre, triste y vacío. Un gran espacio sin vida. Nada que ver con todas las iglesias vistas hasta ahora. Sorprende la diferencia entre la fachada tan adornada y colorida y su interior tan austero y oscuro. Su interior, sin embargo, alberga la cripta de la catedral, y un curioso reloj de sol, situado sobre el muro interior de la puerta principal, que hace coincidir la hora 24 del día con la puesta del sol.


La catedral de Florencia fue construida sobre la iglesia de Santa Reparata. La primera piedra de la nueva catedral se colocó a finales del siglo XIII (1296) y el motivo de la remodelación de la antigua catedral no era otro que ampliar el duomo al nivel de una ciudad tan importante como Florencia porque los florentinos consideraban que Santa Reparata se quedaba pequeña para una ciudad de tal esplendor. Actualmente, en la cripta de la catedral se pueden visitar los vestigios que se conservan de la vieja iglesia. Delante del duomo se encuentra el Battistero di San Giovanni, lugar donde, durante siglos, fueron bautizados los niños florentinos y célebre por sus tres famosas puertas de bronce: la puerta norte, esculpida por Andrea Pisano, cuenta con 28 paneles, 20 de los cuales retratan episodios de la vida de san Juan Bautista; la puerta sur, obra de Lorenzo Ghiberti, cuyos paneles describen las Historias del Nuevo Testamento y retratan a Cuatro Evangelistas y a Cuatros doctores de la Iglesia; y la puerta este, encargada también a Lorenzo Ghiberti, que trabajó en ella durante 27 años. Esta última puerta se convirtió en su obra cumbre y en una de las piezas más importantes del Renacimiento florentino. Ghiberti no siguió el mismo esquema que en las otras dos puertas de 28 paneles. Dividió la puerta en 10 relieves, que representan episodios del Antiguo Testamento y eliminó el cuadrifolio gótico alrededor de dichos relieves, sustituyéndolo por simples paneles cuadrados. También empleó sus nociones de perspectiva, dotando a los relieves de gran realismo.

Desde la Plaza del Duomo, seguimos la vía Calaiuoli, una de las calles comerciales del centro de la ciudad, hacia la Piazza della Signoria, una plaza muy concurrida, alrededor de la cual encontramos algunos de los edificios más importantes de la ciudad como son la iglesia de la Santa Croce, el Palazzo Vecchio, sede del gobierno de Florencia durante siete siglos, y la Gallerie degli Uffizi. Junto a la entrada al Palazzo Vecchio se exponen diferentes esculturas, entre las que destaca una copia del David de Miguel Ángel, pues el original, antes de ser trasladado a la Galería de la Academia en 1873, estuvo aquí durante más de 350 años. Delante de este palacio encontramos la Loggia della Signoria, una galería exterior donde se exhiben diferentes estatuas de bronce y piedra, resguardadas bajo un porche, entre las cuales vemos la estatua de Perseo y El Rapto de las Sabinas. Nos detenemos a contemplarlas y continuamos nuestro recorrido. Pasamos ante la Galleria degli Uffizi, el único museo de pintura que visitaremos, pues exhibe la mejor colección del mundo de pintura renacentista. La cola para entrar es larguísima. Cientos de visitantes esperan con paciencia bajo los porches del museo, en forma de “U” rodeando la Piazza degli Uffizi. Así pues decidimos continuar nuestro paseo por la ciudad, a la espera de que más tarde la cola sea menor.


Tras el museo se encuentra el Ponte Vecchio, uno de los lugares más famosos de la ciudad. Ha soivido durante casi siete siglos a múltiples inundaciones y es el único que quedó en pie tras los bombardeos alemanes sobre la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, al parecer por orden específica de Hitler. Sobre el puente hay instaladas tiendas desde el siglo XIII. Las primeros comercios fueron carniceros, pescaderos y curtidores pero en el siglo XVI Fernando I de Médicis los expulsó por producir olores desagradables y ruidos molestos e instaló a unos 50 joyeros y orfebres, muchos de los descendientes de los cuales todavía continúan con el negocio familiar.

Pasamos por la calle central del puente flanqueada de comercios y llegamos a la otra orilla del río Arno para dirigirnos al distrito de Oltrarno, que como su propio nombre indica significa “al otro lado del Arno”. Aquí encontramos el Palazzo Pitti, propiedad durante siglos de la familia Médicis y que actualmente alberga varios museos, entre los que destacan la Galleria Palatina, que posee gran parte de la colección de arte privada de los Médicis; y el Museo degli Argenti, una colección de plata, antigüedades y otros objetos artísticos de la familia. No llegamos a entrar en el Palazzo porque no disponíamos de tiempo para visitar todos los museos y preferíamos reservarnos para la Galleria degli Ufizzi, así que dimos media vuelta y paseamos por las callejuelas del distrito. Tras seguir la calle di Sant Giorgio, una via muy empinada, llegamos a la Forte di Belvedere, una gran fortaleza que se erige en lo alto de la colina. Una vez allí tomamos aliento de nuevo y reemprendimos al bajada, pues el portón se encontraba cerrado y teníamos mucha hambre. Tras la bajada de la colina, nos decidimos a entrar en una pizzería a degustar una enorme pizza calzone, tras lo cual regresamos tras nuestros pasos de la mañana por el Ponte Vecchio, esta vez recorriendo las calles traseras a los Uffizi. Desembocamos en un mercadillo cubierto, llamado Mercato Nuovo, en el que se vendía todo tipo de ropa, artículos de piel especialmente, y siguiendo la calle llegamos a la plaza de la República. En un lateral de dicha plaza se alza un enorme arco. Pasamos por debajo y nos adentramos por diferentes calles estrechas hasta dar a parar a la gran plaza de Santa Maria Novella, ante la cual se erige la iglesia que le da nombre, la iglesia de Santa Maria Novella, madre de la orden de los dominicos de Florencia, construida entre los siglos XIII y XV. Su fachada románica está adornada con elaborados diseños en mármol y junto a ella se encuentra el museo de Santa Maria. No llegamos a entrar, así que no puedo opinar de su interior.

Seguimos por el lateral de Santa Maria Novella hasta llegar a la estación de trenes, situada tras la iglesia y que recibe su mismo nombre. Seguimos avanzando por la misma calle hasta que llegamos a la muralla de la Fortezza da Basso (Fortaleza de Basso), que alberga el Palacio de Exposiciones (Palazzo delle Mostre). Tras rodear las murallas recorremos la via Spartaco Lavagnini rumbo a nuestro hotel. 


Esa misma tarde decidimos hacer una excursión en coche a la ciudad de Pisa. Hicimos un primer intento de visitar Lucca, ciudad medieval amurallada situada muy cerca de Pisa, pero desistimos al no encontrar aparcamiento. Así que volvimos a entrar en la autopista. Ya en los alrededores de la ciudad se divisa a lo lejos la figura de la torre inclinada más famosa del mundo. Aparcamos por el centro del casco antiguo y llegamos caminando a una gran explanada, el Campo del Miracoli, que acoge un hermoso conjunto de edificios medievales: la torre, la catedral, el baptisterio y el Camposanto (cementerio) de Pisa. Edificios rodeados de un manto verde de césped. La Torre Pendente o Torre inclinada sobrevivió a las bombas de la Segunda Guerra Mundial, lo cual resulta milagroso. La torre se empezó a construir en 1173 como Campanile de la Catedral y casi inmediatamente empezó a inclinarse a causa de la debilidad del subsuelo arenoso que soporta su base. Todos los intentos por corregir la inclinación fracasaron, llegando a ser su punto máximo de desplome de 5,5 metros respecto a la vertical. Así pues, en 1990 se cerró al público y se convocó un concurso de proyectos para evitar su caída definitiva. Desde 1999 los ingenieros intentan sostener la torre con sofisticadas técnicas de apuntalamiento y la han reabierto al público. Intentamos entrar, pero los horarios no nos lo permitieron, por no hablar del exagerado precio de la entrada. Si llegamos sobre las seis de la tarde, la próxima visita no era hasta las siete y media y nuestra estancia en la ciudad no iba a ser tan larga, así que decidimos conformarnos con verla desde fuera y hacernos la foto de rigor ante la torre, jugando con la perspectiva y figurando mediante gestos que la sosteníamos sobre nuestras cabezas.



Pero junto a la torre también se encuentran otros edificios preciosos dignos de visitar, como el Duomo, de estilo románico, y el Baptisterio. En la catedral entramos pero el Baptisterio nos conformamos con verlo exteriormente, al igual que el Camposanto. En un lateral una infinita hilera de tiendas ambulantes venden todo tipo de souvenirs.


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