El segundo día nos levantamos pronto y a primera hora de la mañana ya estábamos en la puerta de los Mercados de Trajano. Estos mercados datan del siglo II d.C y se encuentran en un muy buen estado de conservación. De hecho, actualmente, aprovechan parte de lo que antiguamente eran las tabernas o tiendas para exponer esculturas de artistas modernos. Realmente, paseando por sus calles y avenidas, podemos imaginarnos como era el que fue el primer centro comercial de la Historia. Un complejo con más de 150 tiendas que permitían a los artistas, agricultores, comerciantes y demás ofrecer sus mercancías. Las oficinas que se empleaban para la distribución del trigo, el almacén, una entreplanta construida en madera, la Torre de la Milizie, construida en el siglo XIII con fines defensivos, la Via Biberática, una de las calles principales dentro del mercado, llena de tabernas. El Mercado consta de tres pisos o niveles que van a dar a una plaza semicircular inmensa y desde los cuales podemos contemplar tanto el Foro y la Columna de Trajano, la Plaza Venezia, el Foro Augusto y, a lo lejos, el Foro Romano. Una vez visitadas las plantas superiores, bajamos por sus escaleras, exploramos una serie de galerías inferiores de pequeñas dimensiones, hasta que vamos a dar a la explanada que antiguamente albergaba el Foro de Trajano. Hoy en día totalmente destruido, aunque aún se conservan en pie un par de columnas y algunos restos de sus bases desperdigados aquí y allá. Sin embargo, penetrando en uno de los múltiples arcos que cierran la plaza semicircular y que actúan como sus límites, contemplamos que una parte del foro de Trajano está cerrado al público mediante unas vallas metálicas.
Salimos de los mercados y pasamos por la Columna de Trajano, tomada como modelo para construir la de Marco Aurelio. La Columna fue erigida en el siglo II (113) y tiene una altura de 40 metros. Toda ella está repleta de relieves que narran las batallas de Trajano contra los partos y los dacios. Desde ella contemplamos la Plaza Venezia, un gran edificio de mármol levantado como monumento a Vittorio Emmanuele II de Savoya, el primer rey de la Italia unificada. De hecho, es muy reciente comparado con los restos arqueológicos que lo rodean, pues fue terminado en 1911. Permanece cerrado desde principios de los ochenta pero aún así permanece continuamente vigilado por guardias de seguridad. No sé si es así siempre o sólo estos días, pues Roma ha sido amenazada por integristas islámicos con recibir un atentado en la ciudad durante el ferroagosto.
Después de
pasear por las gradas del Coliseo, subimos por unas escaleras hacia una
terraza, orientada hacia el exterior del estadio, hacia el foro y el gran Arco
de Constantino, situado justo enfrente, junto a los vendedores de souvenirs
mencionados anteriormente. Las vistas son preciosas, divisándose la colina
palatina a lo lejos. De nuevo bajamos y ya desde fuera, contemplamos cómo, con
el transcurso de los años, el Coliseo ha perdido parte de su estructura
externa, ya que durante los XV-XVI los papas utilizaron este monumento como
cantera, reciclando los bloques de travertino, para construir edificios,
iglesias, etc. Una pena.
Tras
descansar un poco y comernos el bocadillo, retomamos nuestro recorrido por los
alrededores del Foro, dirigiéndonos al Palatino. Esta zona, situada en lo alto
de una colina, se convirtió en su día en hogar de algunos de los más famosos
habitantes de la ciudad de Roma, entre los que se encuentran los emperadores
Augusto, Tiberio, Calígula y Domiciano. Uno de los accesos a la colina se
encuentra en el foro imperial, desde el que entramos por una taquilla a una
gran zona ajardinada, con frondosos árboles que ofrecen una apreciada sombra a
la hora a la que llegamos, las cuatro de la tarde. Paseando por la colina
descubrimos las ruinas de Domus Flavia y Domus Augustana, una gran esplanada
que antiguamente albergaba un gran estadio, y, ya al final de nuestro
recorrido, los Pabellones Farnese. De hecho, desde lo alto de la colina,
se observan también unas vistas de lo que en su día fue un gran circo romano
donde tenían lugar carreras carreras de carros tirados por caballos.
Una vez
visitado el Palatino, salimos de sus jardines y atravesamos de nuevo el foro imperial, hacia los Museos
Capitolinos. Hemos de subir una nueva colina y en el camino nos encontramos con
la escultura de una loba amamantando a los gemelos Rómulo y Remo. Una copia más
de las múltiples esparcidas por toda Roma. La auténtica se encuentra en el
interior del Palazzo dei Conservatori, muy cerca de donde estamos. Siguiendo el paseo, llegamos a la plaza
del Capitolio, en medio de la cual se alza una estatua ecuestre, que
representa a Marco Aurelio. El pavimento de esta plaza y las fachadas de los
edificios que la rodean fueron proyectadas por Miguel Ángel. Estos edificios
son: el Palazzo Senatorio, y los Museos Capitolinos -el Palazzo Nuovo y el
Palazzo dei Conservatori. Entramos a éste último, en el interior del cual
encontramos esculturas tan famosas como el Spinario, la Medusa o
la Loba capitolina, mencionada anteriormente. El museo también cuenta con una serie
de salas dedicadas a la pintura y donde encontramos cuadros como San Juan
Bautista, de Caravaggio. Bajando por unas escaleras hacia el subterráneo,
accedemos al Palazzo Nuovo sin necesidad de subir de nuevo al exterior. Los dos
museos están comunicados. En las salas de este segundo museo encontramos una
colección de estatuas clásicas: multitud de bustos de políticos y filósofos
griegos, y esculturas como El Discóbolo o Gálata Moribundo, entre
otras.
Ya muy cerca del
hotel, en la colina de Esquilino, vemos en la guía que por el camino podemos
entrar en la iglesia de Sant Pietro in Vincoli y contemplar en su interior la
conocida escultura de Miguel Ángel, el Moisés, y las cadenas de san
Pedro. El Moisés es la figura central de la tumba del papa Julio II y data del
siglo XVI (1515). Miguel Angel no pudo terminar el proyecto de la tumba ya que
Julio II lo persuadió para que pintara los frescos del techo de la Capilla
Sixtina. Uno de los detalles que merecen mención del Moisés son los cuernos de
su cabeza, que deberían ser haces de luz, los cuales son el resultado de una
mala interpretación del original hebreo del Antiguo Testamento.
Hoy ha sido un
día muy completo. Hemos probado los deliciosos helados italianos, bebido de sus
fuentes y, para terminar la jornada, qué mejor que probar su cocina, así que
nos arreglamos para irnos a cenar una buena pizza. Un día de lujo!!
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