Hoy nos quedaremos cerca de Sankt Johann y no madrugamos tanto. Anoche nos pusimos el despertador un poco más tarde. Nos levantamos, abrimos las cortinas del dormitorio y vemos ante nosotros un día muy nublado. La niebla es baja y no nos deja ver las montañas que tenemos delante. Pero no nos desanimamos, pues la previsión, según el móvil, es de sol a lo largo del día. Somos optimistas y mantenemos el plan del día, que es subir a Geisterberg Alpendorf para que los niños jueguen y disfruten en la montaña. Es un centro de diversión infantil en la cima de Alpendorf. Queremos sorprender a los niños y dedicar la mañana a que se diviertan sin largas caminatas por delante.
Nos vestimos, subimos al coche y a las nueve de la mañana ya estamos aparcados junto a la zona de juegos que hay en las escaleras de acceso al telecabina que sube hasta la cima. El Gondelbahn Alpendorf. Presentamos nuestras tarjetas en taquilla y nos dan los billetes de acceso a las cabinas. El día sigue muy tapado y a esta altura la niebla es espesa. Unos paneles informativos te indican la temperatura en la cima es de 4ºC. Menos mal que vamos bien abrigados. Los niños están nerviosos y muy contentos. En la taquilla les entregan un folleto en el que han de encontrar unos símbolos en el camino. Una gimcana infantil que están deseando hacer.
Abren el telecabina y somos los primeros en subir y durante el ascenso la niebla nos engulle. No vemos nada a nuestro alrededor y tenemos la mala suerte que, además, empieza a lloviznear. Puede que no haya sido tan buena idea subir hoy. Ya en la cima, todavía es peor y apenas se ve nada a diez pasos ante nosotros. Aún así, nos ponemos los chubasqueros e iniciamos el paseo pero a los pocos metros vemos que es absurdo continuar con el plan. Hace frío, todas las zonas de juego están cerradas y mojadas y no tiene pinta que en la próxima hora mejore. Así que volvemos al telecabina y bajamos de nuevo hacia el aparcamiento. Ha sido un error venir hoy. Los niños estaban muy contentos y el día nos ha chafado el plan. Una buena opción habría sido visitar las Liechtensteinklamm, que están de camino a Sankt Johann, pero están cerradas por obras este año. Así que decidimos volver a Sankt Johann, dar una vuelta por el pueblo y comer en el apartamento, a la espera que la tarde mejore.
Parece que así lo hace y en cuento vemos clarear el día y ver un poco de cielo azul salimos desesperados con el folleto de la Salzburgerland Card en la mano. Como el día sigue un poco inestable decidimos acercarnos hasta el próximo pueblo de Werfen para visitar la imponente fortaleza de Hohenwerfen a tan solo veinte minutos en coche. Aparcamos sin problemas y subimos en funicular hasta el castillo. Pagamos la entrada reducida presentando la Salzburgerland Card. Parece que esta es una de las actividades que no son totalmente gratuitas con la tarjeta y se ha de abonar una pequeña cantidad.
Subimos en ascensor hasta la fortaleza, un paraíso para los peques. En el interior del patio del castillo hay juegos infantiles de madera, una tienda de caballeros, una exposición de armas y una taberna al aire libre. Los niños juegan con todo lo que ven y se asoman a las aspilleras, que nos ofrecen unas vistas espectaculares del valle del río Salzach. En el patio exterior a las murallas se organiza a diario una exhibición de vuelos de halcones. Y es que, el Castillo también alberga el primer museo de cetrería austríaco.
Está a punto de iniciarse una visita guiada a la fortaleza. Así que nos colocamos en la cola de visitantes a la espera de conseguir nuestro audioguía en español. Enseguida entramos y la guía nos explica que, a lo largo de su historia, este castillo, construido en el siglo XI, ha ejercido las funciones no sólo de fortaleza sinó también de prisión, y nos enseña sus estancias. El recorrido incluye la visita a la capilla del castillo, la cocina, la sala de torturas, el calabozo, la armería y la subida hasta su campanario. Hoy en día es considerado una de las construcciones mejor conservadas de la Edad Media de toda Europa.
Subimos en ascensor hasta la fortaleza, un paraíso para los peques. En el interior del patio del castillo hay juegos infantiles de madera, una tienda de caballeros, una exposición de armas y una taberna al aire libre. Los niños juegan con todo lo que ven y se asoman a las aspilleras, que nos ofrecen unas vistas espectaculares del valle del río Salzach. En el patio exterior a las murallas se organiza a diario una exhibición de vuelos de halcones. Y es que, el Castillo también alberga el primer museo de cetrería austríaco.
Está a punto de iniciarse una visita guiada a la fortaleza. Así que nos colocamos en la cola de visitantes a la espera de conseguir nuestro audioguía en español. Enseguida entramos y la guía nos explica que, a lo largo de su historia, este castillo, construido en el siglo XI, ha ejercido las funciones no sólo de fortaleza sinó también de prisión, y nos enseña sus estancias. El recorrido incluye la visita a la capilla del castillo, la cocina, la sala de torturas, el calabozo, la armería y la subida hasta su campanario. Hoy en día es considerado una de las construcciones mejor conservadas de la Edad Media de toda Europa.
Ahora sí que el día es espléndido así que hemos de aprovechar la tarde al máximo. Bajamos de la fortaleza, subimos al coche, seguimos la carretera dirección Abtenau y a unos 25 km (unos veinte minutos sin tráfico) estacionamos en un pequeño aparcamiento junto a la carretera para visitar el desfiladero de Lammerklamm, en la localidad de Scheffau am Tennengebirge. Presentamos la Salzburgerland Card en taquilla y accedemos a la garganta.
Apenas encontramos turistas durante el recorrido. Caminamos por unos senderos asegurados con barandillas de madera junto a unas escarpadas paredes rocosas bordeando el río. Es recomendable ir con calzado de montaña y ropa de abrigo. La caminata de ida y vuelta al punto de partida dura alrededor de una hora y es muy agradable. Los niños la pueden hacer sin problemas pero no es apto para cochecitos. La verdad es que impresiona y aunque la sujeción es segura, siempre es recomendable que vayan cogidos de la mano de un adulto. Las pasarelas cuelgan de gran altura y mientras caminas escuchas el ruido del agua debajo de ti. Es impresionante caminar sobre el desfiladero y disfrutar del entorno natural.
Cuando regresamos al coche consultamos el reloj y calculamos que todavía nos daría tiempo a hacer una actividad más. No nos lo pensamos. Hemos de aprovechar las horas de sol así que volvemos por la misma carretera hasta Golling an der Salzach para acercarnos a la Cascada de Gollinger, un salto de agua que cae desde una altura de 100 metros. Mi marido y yo ya las habíamos visitado en nuestro anterior viaje a Austria pero para los niños era la primera vez. Llegamos en unos quince minutos, sobre las cinco y media. Cerraban a las seis de la tarde pero conseguimos llegar antes, presentar de nuevo nuestra tarjeta en la entrada y acceder a verlas. Un sendero bien señalizado y protegido por con una barandilla de madera en el lado exterior del camino nos sirve de guía. Nosotros nos quedamos en el pie de la cascada. Estamos solos y podemos hacer todas las fotos que queramos. La verdad es que hemos conseguido aprovechar al máximo la tarde y compensar un poco la lluviosa mañana. Esperamos que mañana continúe el buen tiempo y podamos seguir disfrutando explorando este entorno espectacular.
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