Una de mis mayores ilusiones era conocer Roma. Siempre he sentido una atracción
especial hacia Italia y cuando decidimos coger el coche y hacer una ruta
por este país sentí que mi sueño se hacía realidad.
Salimos de Barcelona muy temprano, sobre las cinco de la madrugada. Nuestro objetivo era llegar a Génova, capital de la región de Liguria, visitarla y hacer noche para llegar tranquilamente al día siguiente a Roma. El trayecto fue menos pesado de lo que imaginaba ya que tuvimos la suerte de no coger caravana en la Costa Azul y a causa de ello llegamos al mediodía a Génova. Comimos en el hotel y salimos a pasear por la ciudad. Nuestro hotel estaba junto a un polígono industrial así que para desplazarnos al centro utilizamos el coche. Allí aparcamos en un parking y comenzamos nuestro recorrido por su casco antiguo. Caminando por él me sorprendió no encontrarme con un turismo masivo, sino más bien escaso. El centro turístico parece ser la plaza Ferrari a la que daban los edificios más importantes de la ciudad: el Ayuntamiento y el Teatro. De allí, tomamos por una callejuela que nos condujo al puerto, pasando antes por el Palacio Ducal y por la Catedral de San Lorenzo, cuyo estilo recuerda un poco al de la mezquita de Córdoba, al ser a rayas negras y blancas. De estilo gótico, fue reconstruida a finales del siglo XII y conserva parte de la estructura de la iglesia románica sobre la que se edificó. Esta iglesia dedicada al mártir San Lorenzo tiene como máximos exponentes exteriores a los dos campanarios, de finales de del siglo XIV y principios del XV.
Bajamos al Puerto antiguo, famoso por ser el principal en tráfico marítimo de Italia y uno de los más importantes
del Mediterráneo. El paseo marítimo está situado junto a la autopista, que pasa
por lo alto de un puente elevado, y precisamente ese día había un galeón
amarrado al muelle que podía visitarse. Muy cerca se alza el Acuario, el
más grande de Europa, con 10.000 metros cuadrados. Entramos a este parque
marino que alberga multitud de especies acuáticas, desde los peces más pequeños
a tiburones, delfines, mantas, moluscos, medusas y otros muchos animales como
cocodrilos, ranas, serpientes, tortugas o focas. Una visita muy interesante e
instructiva que cuenta también con una proyección que se ha de ver con unas
gafas especiales y que no cuesta entender pese al idioma.
Una vez
fuera del museo, acabamos de recorrer el paseo y regresamos al coche, pues ya
era tarde y debíamos descansar para el día siguiente.
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