Castillo de Drachenburg y sommerrodelbahn de Altenahr

Hoy es nuestro último día en Alemania. Haremos nuestra última excursión turística por la mañana y descansaremos por la tarde. Vamos al castillo de Drachenburg, en Königswinter, un pequeño pueblo al norte de Bonn, El castillo fue construido a finales del siglo XIX, en tan sólo dos años (1882-1884). Se puede visitar su planta baja y superior. Su promotor y propietario nunca llegó a habitarlo. Se trataba del barón Stephan von Sarter, un importante banquero de la época que a pesar de construirlo con el objetivo de convertirlo en su residencia habitual no pudo hacer realidad este deseo. Actualmente, el palacio es propiedad de una fundación de Renania del Norte-Westfalia.



Al castillo se puede subir a pie o en ferrocarril de cremallera y ofrece unas excelentes vistas del valle del Rhin. Nosotros dejamos el coche en un gran aparcamiento y subimos a pie dando un agradable paseo rodeados de naturaleza. No está muy concurrido y puedes recorrerlo tranquilamente. El jardín que rodea el castillo es precioso y muy bien cuidado. Nos sentamos en un banco y almorzamos los bocatas que habíamos preparado antes de salir. Qué remanso de paz. Y las vistas del Rhin son impresionantes desde sus múltiples miradores. Al acabar el bocata entramos al palacio, cuyos salones y estancias están cuidadosamente restaurados y amueblados. En nuestro recorrido llegamos a una escalera que sube hasta lo alto de su torre y volvemos a disfrutar de una preciosa panorámica del valle.

Es mediodía, hora de comer. Salimos del recinto y comemos un bratswurst en una terraza que encontramos de bajada hacia el aparcamiento. Los adultos ya empezamos a estar cansados de tanta salchicha pero al menos los niños se las comen sin problemas. Mientras, planificamos la tarde y empezamos a hablar de la vuelta. De regreso a Bad Münstereifel haremos una parada en el Sommerrodelbahn-Altenahr, a sólo 25 km de Bonn. Ha sido una mañana relajada y los niños quieren diversión. Así que bajar en rodelbahn una colina les parece un planazo. Son las dos y apenas hay gente así que podemos hacer varias bajadas con los niños.


Mis hijas no habían podido montar en el rodelbahn de Daun y estaban deseando probar la experiencia. El precio del viaje es muy económico, 3 euros los adultos y 2,2 euros los niños de 8 a 17 años. Compramos un pack de varios viajes y nos montamos. Los niños menores de ocho años han de viajar acompañados de un adulto, así que nos turnamos para subir. No comporta ningún peligro. Es un paseo deslizarse por sus 550 metros de bajada por el tobogán. El trineo tiene una palanca en el centro para regular la velocidad. Así que se puede conducir sin prisa, pero también muy rápido. Nos montamos y un mecanismo a motor nos ayuda a subir los 200 metros de desnivel. Una vez arriba, los trineos se deslizan por un tobogán de acero inoxidable durante los 550 metros de descenso a la velocidad que el conductor prefiera. Lo pasamos fenomenal y los niños querían repetir continuamente. Además, es una actividad nada masificada o, al menos, hemos tenido suerte y no hemos de hacer grandes colas para poder volver a subir entre viaje y viaje.

Ya de vuelta en Bad Münstereifel aprovechamos para hacer las últimas compras del viaje. 


Inaugurada como centro outlett en agosto de 2014, cuenta con 2200 plazas de aparcamiento y más de 40 tiendas, la ciudad es un experimento para multiplicar el número de visitantes a la ciudad. Abierto de 10 a 19 horas de lunes a sábado, puedes encontrar rebajas del 30 al 70% de descuento en marcas nacionales e internacionales como Tom Tailor, Bugatti,  Levi's Jeans o Puma, entre otras muchas.  Moda para hombres, mujeres y niños, accesorios, joyas, lencería, muebles, etc.  Y es que la ciudad reúne entre sus murallas, además del estilo romántico de una ciudad medieval, la diversidad gastronómica y actividades culturales, cosa que la convierte en una experiencia de compra única.  Entramos en varias tiendas y salimos con ropa para toda la familia.

La tarde de compras ha terminado de agotar a mis hijos y nos piden regresar al apartamento. Pero una vez allí descubren que aún les queda energía para saltar en la cama elástica, bajar por el tobogán, jugar y correr por el enorme jardín de la casa, hasta que terminan de agotarse. Baños, cena y a dormir. 

Con los niños ya dormidos, recogemos el apartamento y hacemos las maletas.... porque nuestras vacaciones llegan a su fin. Qué pena! Nos quedamos con la sensación de quedarnos con muchos lugares por descubrir y seguro que volveremos porque la región tiene muchísimas actividades para disfrutar en familia de la naturaleza en un entorno tranquilo y sin aglomeraciones. Si buscáis huir del estrés diario de la gran ciudad, es un destino totalmente recomendable. Esperamos volver muy pronto.

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