Hoy nos levantamos y miramos el
día. Hace sol así que podemos aprovechar para hacer una excursión al aire libre.
Subimos al coche y nos dirigimos al Castillo
de Eltz, a 45 km. Este castillo medieval, situado en las colinas sobre el
río Mosel entre Coblenza y Tréveris, aún pertenece a una rama de la misma
familia que vivía allí en el siglo XII, hace hace 33 generaciones. Las casas de
las familias Rübenach y Rodendorf están abiertas al público, mientras que la
rama Kempenich hace uso de la otra tercera parte. Pero las tres partes se
encuentran en un perfecto estado de conservación y parece un castillo de cuento
de hadas.
Aparcamos junto a la carretera
(el parquing es de pago, 2 euros creo recordar) y bajamos por la misma
carretera siguiendo las indicaciones hacia el castillo.
Somos los primeros visitantes del
día. Pasear por el exterior del castillo es gratuito pero también es posible
visitar sus estancias con un guía. Eso sí en alemán. Cómo hemos estado
estudiando el idioma y queremos poner a prueba nuestro oído, decidimos hacerla,
aún a riesgo de no entender nada. Por suerte, alguna palabra suelta entendemos
y conseguimos ir siguiendo las explicaciones del guía. La verdad es que es
precioso y las diferentes estancias están muy bien decoradas y amuebladas y es
fácil imaginarse la vida diaria en el castillo durante la edad media. Las niñas dicen que en un castillo de princesas y el mayor alucina con las espadas colgadas en las paredes y se imagina luchando como los caballeros.
Tras la visita, cruzamos el puente y cogemos un sendero hasta el aparcamiento. Son las once y ahora empieza a haber más tráfico
de turistas. Cómo es temprano, pensamos que podemos visitar el cercano pueblo de
Tres-Karden, a orillas del río Mosel. Los niños juegan un rato en un parque junto al río y a pocos pasos comemos en un bar un bratwurst con
patatas fritas. La visita de la tarde me hace mucha ilusión.Está a tan sólo 16 km, en Mörsdorf. Allí se ha construido el puente colgante más largo de Alemania. Se llama Hängeseilbrücke Geierlay y es
impresionante. Descubrí su existencia por casualidad ojeando una revista donde informaban sobre
su reciente inauguración y desde entonces lo anoté en la ruta como imprescindible
a visitar.
Construido por la empresa Geierlay
e inaugurado en octubre de 2015, es la mayor atracción turística de la zona. Esta
empresa tiene su sede en Mörsdorf, donde tiene el centro de información para
los visitantes. El puente está abierto las 24 horas de día y es de muy fácil
acceso a pie. Hay varios aparcamientos en los alrededores del pueblo y está muy
bien señalizado. Desde Mörsdorf sale una pista de tierra que nos lleva directamente
al puente, a unos dos kilómetros (1,8 km para ser exactos). A ambos lados hay terreno rural sin edificaciones. Nosotros hicimos el
recorrido con niños de siete y tres años y pudieron hacerlo sin esfuerzo ya que
el terreno es llano y sólo peatonal. Encontramos decenas de senderistas de
todas las edades caminando y disfrutando del agradable paseo. Llega un momento que el camino entra en una
zona arbolada y en el primer giro a la izquierda divisamos ya el puente bajo nosotros. La cara de
asombro y felicidad de los peques es genial. Corren hacia él sin ningún miedo.
Mi hijo mayor lo compara con el puente colgante de la película de Indiana
Jones, pero claro, éste es mucho más seguro y moderno.
Los niños están encantados y nerviosos.
Los cogemos de la mano y cruzamos con cuidado. Se nota un leve balanceo porque
hace un poco de viento pero el puente es muy estable. Nos hacemos fotos, caminamos viendo el precipicio bajo nuestros pies. Paramos y volvemos a hacernos fotos. Llegamos al otro extremo, nos sentamos cinco minutos en un banco para contemplar nuestra proeza y volvemos a cruzarlo hacia el otro lado. Tenemos suerte. Hoy no hay mucha gente y podemos pararnos sin entorpecer el paso para contemplar el vacío. Mis hijos ya han perdido los nervios y ahora ya se atreven a saltar sonrientes.
Una experiencia genial,
emocionante y única, tanto para niños como adultos. No todos los días se puede cruzar un puente colgante de 360
metros de longitud suspendidos a una altura de 100 metros y que tiene capacidad
para soportar hasta 500 personas.
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